Un general norteamericano acaba de anunciar que no votará a Trump porque el presidente “miente todo el rato”. Y, además, se salta la Constitución. El personaje no es un peligroso izquierdista; se trata de un republicano moderado de toda la vida pero que vota con la cabeza. Así lo hizo apoyando a los candidatos demócratas habidos desde 2008, primero a Obama, luego a Hillary y este año lo hará por Biden.
Se trata de Colin Powell, a cargo de la seguridad norteamericana durante treinta y tres años. Desde asesor de seguridad nacional con Reagan, hasta Secretario de Estado con Bush II, pasando por la jefatura del Estado Mayor Conjunto con Bush I y Bill Clinton.
Retirado a sus 83 años, el general de cuatro estrellas que mintió en Naciones Unidas sobre el arsenal de Saddam Hussein, se ha plantado ante la trama de embustes que jalonan la política del actual presidente. Valor ciudadano, se llama lo que ha hecho en el canal de noticias más visto en el mundo.
“Tenemos una Constitución, tenemos que cumplir esa Constitución y el presidente se ha apartado de ella” dijo refiriéndose concretamente al despliegue de fuerzas de combate para contener las protestas de carácter anti racista por la muerte del Floyd.
Asusta imaginar lo que aquí pasaría si un militar de tal nivel se despachara así con Sánchez. Tenientes generales en situación de retiro hay unos cuantos, discretos por demás.
Sólo uno se ha atrevido a decir algo por su cuenta, pero en sentido contrario: el teniente general José Julio Rodríguez quien, tras desempeñar la jefatura del Estado Mayor de la Defensa, lo nombró Zapatero, confesó que era de Podemos. Hoy es el secretario general del partido en Madrid y director de gabinete de Iglesias en la Vicepresidencia segunda del Gobierno.
De ahí no va a salir una voz como la del norteamericano por mucho que se empeñe el gobierno en tocar las narices a la Guardia Civil y demás fuerzas armadas; por ganas que tengan de denunciar golpistas, como ya hacen sin otra razón que la de ocultar sus propias intenciones.
Y sin embargo, quien preside este carajal ha hecho de la mentira la trama sobre la que teje su gobernanza, y la Constitución lleva confinada una cuarentena y media.
La coyunda con el populismo podemita produce estos efectos. El relato de la coalición es sencillo: se vende lo que el común quiere oír, y se infama al adversario.
Y en cuanto a la Constitución, declarada la defensa frente al virus como una guerra -y bien se encargó el personaje de acumular imágenes ad hoc, “unidos todos”, “saldremos unidos”, etc.- los derechos pasan a segundo plano. División de poderes, no es el momento; derecho de reunión, tampoco; movilidad, no toca; libertad de información, controlada, etc.
La gente hablará cuanto toque elecciones, naturalmente, pero la democracia se vive a diario; y día a día se están conculcando las reglas de juego que hacen libres a las personas. Manifestarlo, manifestarse, es cosa de responsabilidad.