Los españoles debemos el gobierno que tenemos, Sánchez, Iglesias, rufianes y otros abalorios, a C’s, una especie de club privado que en ciertas regiones españolas cursa como partido. Sus actuales dirigentes parecen empeñados en provocar algo similar en el gobierno de la Comunidad de Madrid.
Madrid es para los socio-comunistas como un puñal clavado en sus adentros. Que los ciudadanos de la comunidad española más dinámica y la capital más libre voten lo que votan, los tiene enervados, o sea de los nervios. No resisten la prueba de que a mayor progreso y cultura sus capacidades menguan; sus relatos se agostan en la atmósfera de las libertades.
Por eso, dentro de los primeros cien días de gobierno, la coalición no ha destinado sus mejores esfuerzos a satisfacer las necesidades de los afectados por el virus chino, ni mucho menos a contar los fallecidos – hoy, un escándalo en Europa-; no, lo han dedicado a barrenar los cimientos de la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol.
La jugada sería diabólica si no resultara risible. Nada nuevo bajo el sol. Sólo precisan del caballo de Troya oportuno. Y ahí entra C’s de Arrimadas.
Arrepentida la heredera del fracaso del fundador, se tiene ofrecida al sanchismo como víctima propiciatoria para obtener el favor de los dioses y recuperar el halo del centrismo equilibrador que, hace algunos años, deslumbró a las almas cándidas ávidas de luz. De la luz que la tecnocracia rajoyana no ofrecía.
Hablar de caballo tal vez sea excesivo, dado su tamaño. En la Odisea de Homero el caballo que los troyanos metieron dentro de sus murallas era de tal calibre que en su interior viajaban los asaltantes que abrieron las puertas de la fortaleza al enemigo. Lo de aquí va más de caballete sobre el que auparse.
La coalición de gobierno de la comunidad madrileña tiene en su nómina a un prohombre ciudadano llamado Aguado con infinitas ganas de lucirse, capaz de convocar por su cuenta a los partidos presentes en la asamblea regional y de impulsar inspecciones contra sus propios socios.
Y otro, Garrido, que en un mismo mes estuvo simultáneamente en dos listas electorales, la de los populares para ir a Bruselas y la de ciudadanos para la asamblea que acababa de presidir ¡como popular! En fin, funambulismo homérico al lado de aquellos protagonistas del tamayazo.
Romper desde dentro el gobierno de Ayuso les situaría entre los madrileños poco menos que en la situación en que se encuentran en las regiones vasca, gallega y la que se augura en la catalana.
Por ello no les queda otra salida que pactar con el sanchismo una coalición regional. Vicepresidencia socialista, consejeros socialistas, podemitas fuera y todos bajo la presidencia de Aguado subido al caballete.
En el cortoplacismo imperante no deja de ser una brillante idea.
Y así, de victoria en victoria hasta la derrota final.