El compromiso de derogar lo que se llama la reforma laboral son palabras mayores cuyo eco se amplifica conocido el propósito de hacerlo antes de que concluya la excepcionalidad del estado de alarma.
Esta nueva barbaridad, como tantas otras acometidas en nombre del progreso, tira por la calle de en medio sin reparar en procedimientos y otros usos democráticos. Cuando aquí se daba la política como fruto natural de la democracia, hace ocho años el real decreto-ley de 10 de febrero fue estudiado, debatido y corregido por el Congreso durante cuatro meses hasta convertirse en la vigente Ley 3/2012 de 6 de julio de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral. Que así se llama.
Que los revienta patrias asolen el tejido empresarial español entra dentro de lo suyo, pero que los trasuntos actuales de la socialdemocracia se avengan a cerrar bajo siete llaves la flexibilidad que facilitó la creación de más de dos millones de empleos y la consiguiente recuperación de los niveles del estado de bienestar es de aurora boreal.
Pues con eso y todo, han firmado que adoptarán “las medidas necesarias para profundizar en las garantías de escudo social y económico para el conjunto de pueblos y trabajadores del Estado”. Pero, ojo, «estas medidas tiene como destinataria tanto la mayoría social y trabajadora vasca como la del conjunto del Estado español«.
El pacto se ocultó hasta después de ser aprobada la siguiente prórroga del estado de alarma, tal vez para dejar en ridículo la posición de Ciudadanos, partido cuyos votos eran absolutamente prescindibles. Pobres, nuevamente colgados de la brocha.
“Con Bildu no vamos a pactar, si quiere lo digo 5 veces o 20 durante la entrevista: con Bildu no vamos a pactar” Palabra de Sánchez en la Televisión Navarra. Gracias a su abstención, Bildu dio la presidencia de la comunidad foral al PSOE. Que se sepa no hubo firmas de por medio; quizá bastó el interés de los proetarras en meter al viejo reino de Navarra en Euskadi para hurtar el gobierno al partido más votado, Navarra Suma: 19 escaños, frente a 11 socialistas.
Pero ahora, sí. Ahora ha habido firmas e ilustres, como son los representantes del PSOE, Podemos y Bildu, Lastra, Echenique y Aizpurúa. Los dos primeros en nombre de la coalición gubernamental que acordaron con la tercera, a cambio del apoyo de sus cinco escaños en el Congreso a la prórroga de la alarma, derogar la Ley de Reforma Laboral en su integridad. Sin pizca de ironía, Sánchez dijo que ello estaba en su programa y que ha mantenido su indeleble su voluntad de cumplirlo. ¿Indeleble voluntad?
De este Gobierno cabe esperar esto y todo lo contrario. Puestos a hacer barbaridades poniendo más difícil la recuperación del pulso económico, se hacen y ya está. Empresa que se resista, “exprópiese” como dictaba el profeta bolivariano.
Pero ¿y a Bildu qué le va en este entierro? se preguntarán; pues que hay elecciones dentro de un par de meses en las vascongadas y en el acuerdo, además de cargarse la ley laboral, el fraudillo que preside el estado de alarma se ha comprometido a flexibilizar la regla de gasto para entidades locales, forales y autonómicas. Y que la capacidad de endeudamiento del País Vasco y de Navarra se establezca “exclusivamente en función de sus respectivas situaciones financieras”.
Lo que se llamaba no dar puntada sin hilo, arte al que los podemitas apuntaron a última a su sección galaica, que también tiene elecciones a la vista.
En fin, ya era hora de echar por tierra tanta violación de derechos, como esa disposición final primera de la Ley de marras: “El permiso por lactancia solo podrá ser ejercido por uno de los progenitores en el caso de que ambos trabajen.”