Los españoles tomamos a choteo personajes como los oxigenados Trump o Johnson, que muchos tachan de hiperbólicos, impresentables o, simplemente, derechistas. ¿Qué decir de otros, mucho más cercanos a nuestros intereses, que han convertido el espacio político en una pista circense?
Trampas y engaños como los del comesables o el escapista, apoyos mutuos de equilibristas y acróbatas, payasadas sin cuento, etc. Este es el triste espectáculo del que no nos libra ni la pandemia, y sobre esta arena algunos pretenden salir de la debacle.
Con una comisión para la reconstrucción de la economía del país, arrasada por la parálisis decretada con brocha gorda, que carece de esbozo ya no de programas, ni siquiera de pautas de actuación ante las situaciones cambiantes que se sucederán en los próximos trimestres.
¿Puede algún inversor de aquí o de allá, confiar en lo que pueda salir de una mesa presidida por un apparátchik socialista acompañado de un leninista irredento?
Pero ahora el espectáculo más sorprendente está corriendo a cargo de la presidenta de un partido sedicente liberal ogreciendo su apoyo a esta troupe. Cuadrar unos presupuestos conjugando fichas sacadas de exitosos programas quinquenales soviéticos, alguna receta keynesiana del new deal norteamericano con la flexibilización, el conservadurismo fiscal y el ahorro público es mera quimera.
La reconstrucción tiene un camino tan cierto como abierto: acudir al socorro de la Unión, sea al Mecanismo Europeo de Estabilidad, o al Banco Central. Sí, la imagen de la coalición solicitando un rescate quedaría lastrada para la historia; ¡siempre la imagen! Pero, sobre todo, es que los que pagan nos harían las cuentas, ellos mismos, sin trampa ni cartón.
Por eso prefieren la sangría interna para seguir mandando y haciendo otras cuentas imposibles por la sencilla razón de que ricos hay pocos, y del resto no hay de dónde sacar más. ¿Por qué empezar la aludida reconstrucción engañando a todo el mundo? ¿Qué pito toca ahí Arrimadas? El destello de los focos dura tan poco como la flor del heno.
Lo único serio es articular un plan como el presentado hoy por Casado, pero lo de los populares requiere tomarse en serio la responsabilidad que a cada cual atañe, trabajo y estudio. Por eso no es lo propio del circo.
Badalona es otro ejemplo del circo nacional. Tres partidos, socialistas, republicanos y guanyem juntos, pretendían sobrepasar a los populares. Pero se perdieron en la pista con el bonito juego de las sillas.
Unos querían disfrutar a pachas la presidencia de la corporación municipal, otra no estaba por la labor; resultado: la silla quedó libre para ser ocupada por quien ganó la elección con 37.000 votos, prácticamente el doble que los socialistas.
Y el tatachún, final de todo número circense que se precie, lo puso la alcaldesa podemita de Barcelona: “No ens hem de resignar a que la dreta racista governi Badalona. Els errors es poden esmenar: només cal que Guanyem i Psc rectifiquin i es posin d’acord per una moció de censura”. Así, con su textualidad, que también es idioma oficial.