No somos un islote en Europa. No tenemos ningún pecado que la Unión Europea no comparta. Llevamos dos meses del año sin que nada haya cambiado; la crisis sigue donde estaba, Grecia también, los funcionarios de Bruselas se suponen que en su sitio, como los sindicatos organizando huelgas para aumentar el paro… ¿Alguien está trabajando en la salida del hoyo?
Salvo aquí, donde los que ahora gobiernan siguen sacando del recetario una medicina día sí, día no, los del resto del continente parecen sestear. Cierto es que no todos sufren nuestros apuros, pero acabarán sintiéndolos si continúan privados.
Por eso, ver como unos y otros tiran de la manta para su terreno a costa de la decisión española sobre el techo fiscal da más pena que risa; miedo, en ningún caso. Dicen unos que el plante de Rajoy podría costar a España una multa de 2.000 millones mientras otros alaban el gusto del español porque ya era hora, dicen estos, de que alguien hiciera ver a los funcionarios que esto va de política; que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
Que la mayoría de los medios esté hibernando en Babia, repitiendo mensajes o consignas sin sentido real no es extraño cuando a la afición por hablar de lo desconocido se suma la extraña incapacidad del Gobierno para explicar la realidad, qué dice el Tratado de la Unión en el artículo que refleja el Pacto de Estabilidad.
Entre otros puntos, el artículo 126 del Tratado establece:
2. La Comisión supervisará la evolución de la situación presupuestaria y del nivel de endeudamiento público de los Estados miembros con el fin de detectar errores manifiestos. En particular, examinará la observancia de la disciplina presupuestaria atendiendo a los dos criterios siguientes:
- si la proporción entre el déficit público previsto o real y el producto interior bruto sobrepasa un valor de referencia, a menos:
- que la proporción haya descendido sustancial y continuadamente y llegado a un nivel que se aproxime al valor de referencia,
- que el valor de referencia se sobrepase sólo excepcional y temporalmente, y la proporción se mantenga cercana al valor de referencia;
- si la proporción entre la deuda pública y el producto interior bruto rebasa un valor de referencia, a menos que la proporción disminuya suficientemente y se aproxime a un ritmo satisfactorio al valor de referencia.
Los valores de referencia se especifican en el Protocolo sobre el procedimiento aplicable en caso de déficit excesivo, anejo a los Tratados.
Los valores de referencia aludidos son dos, en síntesis: que al término de 2013 el techo de déficit público no sobepase el 3% en relación al PIB, punto a), relación que no debería pasar del 60% en el caso de la deuda pública, punto b).
La rebaja que el anterior gobierno comprometió -llegar desde el 6% de déficit en 2011 que decía esperar, a reducirlo en dos años a un 3%- suponía un esfuerzo de 1,5 puntos porcentuales cada año. Lo que Rajoy está proponiendo es reducir en este año no 1,5 puntos sino prácticamente el doble, 2,9, puesto que partimos no del ilusorio 6% sino de un real 8,7%. Y sigue diciendo, que en el 2012, ya con perspectiva de un pequeño crecimiento, tratará de bajar un poco menos, 2,7 puntos, para cumplir con el compromiso nacional del 3%. Esa es la historia.
Que con el lío en que nos ha metido el gobierno que vicepresidía Rubalcaba abra ahora la boca para apoyar pero no apoyar, adivinar lo obvio y descorazonar al personal más de lo que ya está es como para salirse del país. Y de Europa, si no cambia el ritmo del ajuste, que terminará por hacerlo. Porque otro dato ha bailado desde los acuerdos por la estabilidad: las previsiones de pequeños brotes verdes se han trocado en recesión y en cinco meses las expectativas dicen que la economía global de la Unión, lejos de crecer un 0,7%, mermará un 0,3%. De los 24 millones de parados ya ni se habla. Y los sindicatos europeos, como los de aquí, organizando la gran huelga.
Pero nada parecido al gran titular en La Voz de Asturias del pasado lunes: “Bruselas reprende a Rajoy por el déficit y pone de ejemplo a Zapatero”. ¿No es hermoso?