La estrategia del gran timonel local y vicepresidente del gobierno sanchista es clara: llevar a la práctica el viejo proverbio revolucionario “cuanto peor, mejor”. A eso conduce su afán por prolongar la parálisis del sistema productivo del país.
“Qué hacer” es el título de una gran novela rusa, mediados del diecinueve, escrita por Nikolái Gavrílovich Chernyshevski, uno de los inspiradores de Lenin, quien no tuvo reparos en utilizar el mismo título para su gran tratado político.
Para Chernyshevski la solidaridad es un cuento chino; nadie se preocupa por nadie si no es para obtener alguna ganancia. “Uno no es tan tonto como para sacrificarse por nada ni por nadie”.
La novela es, entre otras muchas cosas, la peripecia vital de su protagonista, Vera Pávlovna subiendo por la escala que va desde la gente corriente hasta “la gente nueva”, algo así como la “nueva normalidad” de que hablan los de aquí.
Pero fue Lenin quien, descalificando tanto a los reformistas economicistas como a los anarquistas, levantó las banderas de la revolución organizada por el centralismo revolucionario bajo la consigna de “cuanto peor, mejor”.
En España, el reflejo del medio mes de marzo de economía radicalmente paralizada por la coalición de progreso se ha traducido en una reducción de producto nacional de más del cinco por ciento en el primer trimestre. Dónde nos deje la recesión al término del año hoy es difícil precisarlo. ¿Un descenso del 8%, como ha adelantado el FMI, o del 13%, estimado por BE, por qué no del 20%? Depende de varios factores, entre otros de hasta cuándo vaya a mantener el Gobierno este estado de cosas que su vicepresidente al mando pretende prolongar. Y no, así no.
El confinamiento ha producido la mayor caída jamás registrada del gasto de los hogares, un 7,5% sobre el trimestre anterior. La inversión y la demanda doméstica han registrado caídas superiores al 5%. Aún mayor ha sido el impacto en el mercado exterior: las exportaciones se han hundido un 8,4% trimestral, y el gasto de no residentes (turismo), más del 18%. Y son datos de un trimestre en el que sólo medio mes resultó afectado por las medidas contra la pandemia.
Desde el 31 de marzo ya ha pasado todo el mes de abril en estado de parálisis. No parece que las peluquerías que abren en mayo vayan a cambiar sustancialmente el sistema productivo nacional. El colapso que el crecimiento del paro, los ERTE y demás, está produciendo una muy grave falta de disponibilidades en el sector de la población de menores recursos, con la consiguiente caída de su capacidad de compra y, sobre todo, de aumento de inquietud social. Cuanto peor, mejor.
Presumir de haber adoptado las medidas más radicales es una falacia más de quienes las tomaron tarde y sin tener en cuenta el estrés a que sometían al sistema. Todo el sistema, no sólo el económico, también el social y el institucional.
Dos o tres meses de poderes de excepción, ¿dónde se ha visto tal atropello a la democracia representativa?
Tal vez de esto vaya la cosa, ¿verdad sr. Iglesias; cuanto peor, mejor?