Frase de la portavoz del Gobierno de progreso, España y las islas. Como portavoz la licenciada no tiene precio; en todos los sentidos. Pero esto de la última conferencia post consejo ministerial es ya demasiado. Las Canarias y Baleares quedaron reducidas a un estatus poco menos que colonial. Ni Cuba y las Filipinas tuvieron ese trato mientras formaban parte del Reino. Hoy el gobierno nacional habla de España y las islas…
Cuando todo esto pase, naturalmente, y si llega hasta entonces, Sánchez tendría que explicar qué criterios siguió para sumar tantas capacidades a la hora de conformar el gabinete más largo y costoso de nuestra democracia. Sólo uno está claro: mantener el puesto que las elecciones le dejaron en vilo. Ese fue el principio de todo lo que tenemos en el Gobierno.
Y reconocida su incompatibilidad con la política usual en las democracias representativas, desechó el apoyo de la fuerza con la que hubiera podido asegurar una mayoría absoluta, que mire usted que bien nos hubiera venido ahora. Le ofrecieron diversas fórmulas, apoyos parlamentarios o pacto de legislatura, pero se embarcó con quienes le tienen agarrado por donde más duele; una mayoría precaria y dependiente de nacionalistas disolventes y otras especies.
Nosotros, aquí en España… en toda España, por supuesto, estamos saltando la comba que agita el factótum de la coalición. Iglesias es como el Fígaro que creó Beaumarchais y que Rossini inmortalizó con su ópera “El Barbero de Sevilla”. El personaje entra en escena pidiendo “paso al factótum de la ciudad / todos me buscan, todos me necesitan / mujeres, muchachos, ancianos, doncellas…” Esa es la mano que aquí agita la comba.
Él sale en socorro de su militante gamberra que atizó a los agentes del orden, y de los niños enjaulados como Hansel y Gretel, corrige a colegas, hace decretos y hasta ministra a su pareja… En fin, el factótum.
Pero hay cosas que se le escapan, como los servicios jurídicos del Gobierno. La improvisación en cualquier trabajo tiene alguna nota positiva, ciertamente, pero siempre y cuando el improvisador tenga dos dedos de frente. Y en el caso de quienes redactan órdenes y decretos, además de leyes necesitan sentido común y enterarse de lo que se traen entre manos. Alguien informará algún día del número de correcciones que orlan el BOE de estos cien días de gobierno de progreso. Con cinismo tan propio así el factótum lo reprocha a sus compañeros: “la razón por la que esté funcionando bien el confinamiento no es la precisión del Boletín Oficiala del Estado”.
Y volviendo a los criterios presidenciales… dejaremos atrás la pandemia sin conocer la razón de tener al filósofo Ilia fungiendo de ministro de Sanidad. Claro que no hay que ser farmacéutico, médico, ni enfermero; basta con saber cómo los bolos están pinados; encargarse algún día de la compra doméstica, haber tenido alguna experiencia con Amazon o cualquier otro centro de compra a distancia, así como cierta experiencia en la dirección de equipos. Incluso ni eso, bastaría con haber trabajado por cuenta ajena para conocer cómo lo hacen los responsables.
No, no sabremos nada más allá de que es amigo de Iceta y como la Sanidad estaba transferida venía bien tener un ministro vacante con quien sentarse a la mesa para comerse el procés…
El remedio lo viene dictando los sábados su presidente: la responsabilidad de superar la pandemia es de cada uno de nosotros. Responsabilidad, señores; recuerden aquello de que lo que hay que preguntarse es qué podemos hacer cada uno por el país y no al contrario.
Al Gobierno, por favor, déjennos tranquilos que bastante tenemos, nosotros aquí en España…