La imagen es uno de los objetivos esenciales en la guerra del Gobierno Sánchez contra la pandemia.
Así, cuando el primer caso confirmado de COVID-19 se produjo el 25 de febrero, en la solicitud de auxilio a la OTAN dice que el desastre comenzó ¡el 9 de marzo!, precisamente el día después de la alegre efeméride.
Así, su presidente se mete en los enclaustrados hogares tratando de mostrar un liderazgo imposible de reconocer cuando la tónica dominante de su actuación frente a la pandemia ha sido la parálisis inicial seguida de sucesivas improvisaciones.
Así, cuando siente a sus espaldas el vacío, echa mano de lo que su gabinete destila lo que F.D. Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Obama y hasta Bush II dijeron a sus conciudadanos en otros trances. Todos unidos, saldremos más fuertes, lo que haga falta-donde haga falta-cuando haga falta, nuestra única opción es la victoria… en fin, cosas de aquellos tiempos y de otras guerras.
Así, han mantenido oculto el estado sanitario de la vicepresidenta Calvo durante más de cinco días. Una vez internada no tuvieron reparo en patentar un nuevo estado clínico: “negativo no concluyente”. Al tercer día de internamiento no tuvieron otra opción que anunciar que el diagnóstico había concluido que era positivo.
¿Así, trataba el presidente Sánchez de evitar el insomnio a cuarenta y tantos millones de españoles, temerosos de que tocado él y afectada la vicepresidenta primera, el timón pudiera caer en manos del vicepresidente segundo?
Así, encubre la entrada del dicho vicepresidente en los secretos de la seguridad nacional cambiando la ley del CNI por medio de una disposición final del Real Decreto Ley sobre el coronavirus que, obviamente, pertenece a otra guerra.
Y así llaman a rebato a sus plumas y voces amigas para llenar su futilidad con la consigna de que la culpa de lo que tenemos es de los recortes del PP. Tal cual. No hay más que escuchar en la SER o ver en cadenas como la Cuatro o la Sexta cuán nefasto fueron aquellos años de recortes en que otros hicieron lo posible para dar trabajo a cuatro millones de desempleados y acabar con la gran crisis anterior.
Los recortes cumplen el papel de Rusia en junio de 1941, va para ochenta años, cuando Serrano Súñer calentó a los falangistas desde un balcón de la calle de Alcalá: “Rusia es culpable”. Culpable de todo, de la guerra civil, de la muerte del fundador, de los camaradas muertos; en fin, Rusia como los recortes: todos los males sin mezcla de bien alguno.
Y es que el doctor fraude no las tiene todas consigo; mejor dicho, no tiene idea de que cuando la tormenta amaine le puede caer la del pulpo. Pensará su Iván de cabecera que la calma demostrará que ganó la batalla y que las penurias, el paro y hasta los muertos no habrían sido tantos sin los recortes de los Rajoy.
Imaginar por un momento dónde estaríamos de no haber sometido aquella crisis pone los pelos de punta. Por cierto ¿privatizar la gestión de algunos hospitales es recortar recursos sanitarios. Y abrir quince centros sanitarios en la Comunidad de Madrid?