Con perdón de la unidad, la solidaridad, el todos en casa y demás jaculatorias civiles del gobierno de progreso, este tipo es una calamidad. Ne refiero al presidente del Gobierno.
Lo peor está por llegar, dijo, porque aún faltan por manifestarse todas las consecuencias del 8-M que estimulamos, naturalmente esto último no lo dijo. Y al cabo de mes y pico bajo la pandemia sólo se le ocurre anunciar que “necesitamos ganar tiempo para preparar el sistema sanitario”.
Habla de siete días, como si la crisis hubiera comenzado cuando, al fin, decretó unas medidas para contener la invasión del coronavirus. Y, califica tales medidas como las más duras tomadas en el mundo. Pero salvo Torra nadie se queja de las medidas.
El problema está en que las medidas no curan, sólo están referidas a frenar los contagios mediante el aislamiento de las personas. Pero detrás no hay nada más. Presume de que son las más duras y estrictas tomadas en el mundo, pero estas medidas no aportan los medios de defensa necesarios para proteger a los españoles, incluidas sus vidas.
Este hombre no se entera. Los sanitarios no tienen las defensas que precisan, ni mascarillas, ni EPIs, ni instalaciones siquiera para auxiliar a los afectados por el COVID-19; lleva un mes presente y el Gobierno no ha sido capaz de suministrarlos.
Empresas, conventos, ciudadanos sin más títulos que el de la responsabilidad colectiva, eso que se llama solidaridad, están aportando más soluciones que el Estado. La centralización de la Sanidad más que garantizar un mejor servicio ha espoleado los esfuerzos de las autonomías con mejores gerentes.
El personaje es insufrible. Su obsesión es la imagen; repite una y otra vez las mismas vacuidades, todo lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta. Habla en bucle, reitera su orgullo por todos los departamentos, profesionales y ministros del Mando Único.
Dice que se perciben los efectos de sus medidas sobre los usos sociales; que desciende el consumo de hidrocarburos, ¡sobre todo el queroseno de los aviones!, pero no lo importante que son los afectados y las muertes que no se frenan.
Y somos estupendos porque consumimos más Netflix y Movistar plus que nadie. Debemos sentirnos orgullosos de ser el quinto país del mundo en cuanto a tráfico en la red. ¡Toma! Usted, español y española, ciudadano y ciudadana, funcionario y funcionaria, compatriota y compatrioto ¿qué más necesita para sentirse tranquilo y tranquila?
En fin, el único consuelo es que Iglesias está en el Gobierno responsable de la situación. ¿Se imagina usted la que le estaría armando al pobre Sánchez de seguir en la calle?