Con perdón, pero cuando el presidente ha decidido encabezar la guerra no hay quien aguante los partes. A leer sí que ha aprendido, aunque aún le falta la soltura necesaria para dejar de mirarnos a las pupilas durante el eterno cuarto de hora con que trata de convencernos de que está ahí. Pero los guiones son penosos por cursis, y reiterativos como letanías.
Dicen que por oriente hay monjes que recitan mantras sin parar como si así quedaran vacunados. Faltan datos, pero no parece que vayan por ahí las soluciones. Pues en esas está nuestro doctor fraude; diciendo y volviendo a decir el mismo mensaje una y hasta ocho veces por aparición.
La trilogía del donde haga falta, cuando haga falta o como haga falta acabará grabándola en las paredes de las carreteras rurales como tiempos atrás, muy atrás, con una plantilla ponían una, grande y libre al lado de un anuncio del nitrato de Chile, el gran abono que en la tierra esquilmada por una guerra hacía crecer el trigo en las Castillas profundas.
Ojalá el paquete finalmente alumbrado ayer produzca tan beneficiosos efectos como aquel producto salido de los salares del norte chileno. La histeria bursátil le dio la bienvenida con moderado alborozo, una subida del seis y pico por ciento después de haber caído el doble durante la semana no es como para tirar cohetes, sobre todo cuando soplaba a favor el viento de Wall Street.
Bien está la movilización de más de cien mil millones de lo que llama dinero público -es decir, el de nuestros impuestos más la deuda que sobrellevamos- entre bonificaciones, retardos fiscales y garantías eventuales por cifrar. Y también la intención del llegar hasta los doscientos mil millones con el que llama dinero privado. ¿Privado?
Supongo que más que a asaltar bancos, como gustaría a un tal Echenique, se referirá a los créditos, transferencias y demás fórmulas de ayudas que puedan arbitrar organismos internacionales, FMI, BEI, BCE, etc., que de privados no tienen nada.
Como de costumbre, el Real Decreto Ley aún no está publicado, y presumiblemente ni ultimado, por lo que no se puede concretar mucho más. Y es que lo importante para el doctor es la imagen.
De las palabras que el presidente leyó ante la cámara de televisión parece que los recursos financieros en buena parte irán destinados al frente de batalla en esta guerra contra el Covid-19, o sea al sector sanitario. También a las empresas para compensar la crisis de demanda y mantener su capacidad, facilitar el ajuste de plantillas y a hacer frente a su endeudamiento. Ciertas compensaciones a los autónomos, y el resto a los ciudadanos más vulnerables.
Más allá de la imagen, ojalá todo sea para bien. Los chinos anuncian ya una vacuna, lo que nos vendría como agua de mayo. El Gobierno se pone las pilas pero por favor, presidente, no nos de la murga.