Es muy probable que el presidente del Gobierno se pierda entre los vericuetos por los que se está metiendo. Las soluciones no nacen creando nuevos problemas, cosa que hace su desnortada política.
Este Gobierno es una broma que resultará pesadísima a los ciudadanos. Todo es pura improvisación, reflejos carentes de reflexión ante cualquier circunstancia que se ponga por delante, generalmente por sus propios socios. Y así el castillo de naipes acabará saltando por los aires.
Que Cataluña pueda tener su propio MIR, las cursos y examen para Médicos Internos Residentes, es un escándalo. Constituiría un atentado contra la igualdad de derechos de todos los españoles. Lo reclaman sus acreedores, como la reunión con el títere que sigue sentado en el Parlament como jefe de un gobierno que lleva años sin gobernar. O como la mesa de diálogo, la bilateral entre gobiernos.
El andamiaje que sustenta la presidencia es tan frágil que Redondo, el hombre que conduce los pasos de Sánchez, se ve obligado a pagar lo que sus mantenedores pidan. Sólo se permite leves escarceos que rápidamente corrige no vaya a ser que el tinglado se venga abajo sin necesidad de mociones de censura siquiera.
Y así emite el guiño, ingenuo, de que con el tal Torra no habrá nada serio de que hablar por ver si el títere reacciona y cancela el encuentro, lo que evitaría a su jefe el sofoco de la visita.
Siendo una desfachatez que el presidente obligado a guardar y hacer guardar la ley en lugar de reclamar su separación del cargo que okupa comparta su tresillo, más serio aún es lo de la mesa bilateral de diálogo.
El asunto significa demasiadas cosas, y ninguna habla bien de quien la ha aceptado.
Siempre es loable el diálogo para dirimir diferencias y conflictos, pero si lo que se busca son resultados positivos las tomas de contacto deben ser discretas; así es como mejor pueden sondearse las posiciones diversas. Lo otro es teatro, que es lo que precisamente pretenden los llamados soberanistas. Externalizar los conflictos más que a resolverlos conduce a las guerras. Lo dicta la experiencia.
Pero, sobre todo, para afrontar las cuestiones de interés nacional está el Parlamento que precisamente ayer estrenó Legislatura. Ahí está el gran tablero capaz para acoger a todos los españoles, cada cual con sus ideas, sentimientos, intereses y sensibilidades.
En las Cortes Generales está la única mesa para dialogar, acordar o disentir; lo otro, una camilla.