¿Acaso no era este Gobierno lo que se han buscado quienes se negaron hace unos meses a sumar fuerzas para presentar una alternativa posible?
¿Qué pretendían Rivera, Arrimadas y compañía con su no es no a Sánchez cuando hace siete meses pudieron formar otra coalición bien diferente de la actual, entonces cuando podían?
Llorar ahora por la leche derramada es ridículo. ¿Cuántos ensayos más necesitarán millones de españoles para aprender la lección de que las elecciones no son competiciones de estética ni de glándulas, sino de principios y de intereses?
Así es como la Nación es hoy víctima de un aventurero que asola las instituciones a las que se acerca. Desde la Casa Real hasta un gobierno municipal como el de la ciudad de León. Lo de la Abogacía del Estado es el paradigma de la capacidad destructora del personaje. Se ha cobrado, hasta el hartazgo, el desdén con que la Fiscalía recibió las presiones de que él mismo presumió ante todos los españoles.
El Servicio Jurídico del Estado, que tiene como una de sus misiones “la representación y defensa del Reino de España ante los órganos jurisdiccionales de la Unión Europea” y concretamente “ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos” (Art 1, apartados j y l), ha rendido la defensa del Reino al dictado de un juez flamenco. El sedicioso inhabilitado por sentencia firme del Tribunal Supremo ha recibido las aguas salvíficas de un tribunal que retuerce el ordenamiento al que se debe.
¿Cómo puede ser? Pues siendo, y lo que vamos a ver…
Fracasado aquel sistema que sumió en la pobreza a media Europa bajo los dictados de la URSS, Europa está ahora a punto de volver a tener un gobierno comunista. No socialista-comunista, ni menos aún socialdemócrata-comunista; sencillamente comunista porque su futuro presidente, sanchista, no tiene más ideología que la ocupación del poder. Por eso llaman progresista al engendro presentado ayer tarde sin informadores delante; ni una pregunta, comentario, nada, sólo cámaras. Comunismo progresista, toma oxímoron.
Y todo ello poniéndose en manos de rompe patrias de cualquier ralea, desde los piadosos peneuvistas abrigados por un concierto económico que les protege de la subida de impuestos anunciada, hasta los sediciosos catalanes que truecan hoy votos por cárcel para mañana proclamar la república catalana por cuarta vez en la triste historia de aquel pedazo del viejo Reino de Aragón.
Extraña mansedumbre la de los socialistas que hoy resguardan a este sujeto tras el pendón de la rosa… Qué lejana aquella imagen del medievo navarro cuando los caballeros y el pueblo alzaban sobre su escudo al rey que juraba sus fueros. Tiempos recios los de entonces, como los de tantas otras ocasiones aquí vividas, frente a esta viscosa actualidad en la que se honra a la mentira y el delito tiene premio.
Sea cual fuere, y no será menor, el coste de la singladura que se apresta a iniciar el PSOE en compañía de otros podría llegar a merecer la pena si con ello la sociedad española recupera el buen sentido. El mismo que impulsó la concordia que ha hecho posible medio siglo de convivencia pacífica en libertad. Y ojo, que medio siglo de libertades en España es como una eternidad.
¡Cuán pronto se cansó tanta gente!