No se metieron el dinero en sus bolsillos, dice el sanchismo y próceres socialistas de la escuela de Bono, espantados de que dos presidentes nacionales del partido hayan sido condenados por el mayor escándalo económico sufrido en España y por los españoles. «No es un caso del PSOE, sino de antiguos responsables de la Junta» dice la sombra de Sánchez como si…
Además de ministros, Chaves y Griñán presidieron sucesivamente el PSOE desde el año 2000 hasta el 2014. Y la Junta de Andalucía durante más años aún, desde 1990. Andalucía, el granero de votos del socialismo español, ha estado dopada durante un cuarto de siglo con dinero espurio manejado por el partido de Sánchez.
Apañar comisiones, dinero al bolsillo, es propio de chorizos sin paliativos pero ¿cómo calificar a quienes trucan procesos electorales metiendo dinero en los bolsillos de los votantes?
La red clientelar tejida con los seiscientos ochenta millones manejados por autoridades de gobiernos socialistas dio mucho de sí, y no sólo en Andalucía. Lo de los EREs deja chico al caciquismo que caracterizó el turnismo de la Restauración en los albores del pasado siglo.
El rico terrateniente se sacudía de su propio bolsillo la pasta con que entonces regaba la plaza. Aquí no, en el clientelismo actual el patrón mete mano en los fondos estatales que pone a disposición de delegados encargados de su distribución utilizando fraudulentamente canales públicos.
Y hablando de fraude, el actual presidente utilizó sus funciones para retrasar lo indecible la sentencia ahora conocida. Para ello pusieron el sumario en manos de quien dedicó un par de años sin recato alguno a hacer que pasasen los plazos. Y cuando el final de la escapada ya estaba cantado convocó las elecciones una semana antes del fallo con el fin de que los chuzos de punta previstos no le embarraran su referendo aún más de lo temido.
¿Delito electoral? Pues claro. “Quienes por medio de recompensa, dádivas, remuneraciones o promesas de las mismas, soliciten directa o indirectamente el voto de algún elector, o le induzcan a la abstención” … serán castigados con penas de prisión de seis meses a tres años… Lo dice el artículo 146 de la Ley Orgánica sobre la materia, que concreta además que los funcionarios públicos que así usaren sus competencias serán inhabilitados.
Caciques o salteadores de caminos; ¿Romanones o Diego Corriente, “el ladrón de Andalucía, el que a los ricos robaba y a los pobres socorría”?
En cualquier caso, todos ellos, como los funcionarios ahora condenados, son factores de corrupción que, en el medio dominado por el clientelismo, se hace sistémica.
Andalucía ha sido terreno fértil. Unamuno, hoy revivido por la excelente película de Amenábar, se quejaba a principios del pasado siglo de que el campo ahoga a la ciudad. “la masa rural es una terrible cadena que llevan en los pies los ciudadanos. Todo progreso político y cultural se embota en el campo. El ruralismo nos pierde«.
Sánchez dice que la cosa no iba con él, que el partido es federal y él vive en Madrid. ¿Y los votos andaluces?, bien, gracias. Iglesias qué va a decir cuando siente que el asalto a los cielos está a punto de caramelo. Los etarras de Bildu, sediciosos catalanes, y el de las anchoas se limitan a tomar nota de lo sucedido para solventar los posibles fallos de sus respectivos mecanismos electoreros.
Pero eso sí, durante décadas los gobiernos de España han estado mediatizados por una trama fraudulenta con fines electorales.