¿Refundadores o tránsfugas, qué es lo que mejor cuadra a Francisco A. Cascos y a Rosa Diez? El primero ha preferido poner pies en pared a negociar en el parlamento del Principado los presupuestos regionales; a la segunda se le ocurre saltarse la doctrina del Tribunal Constitucional y pedir en el Congreso la ilegalización Amaiur, pero dos días después pacta con uno de los componentes de la coalición de radicales vascos. Son demasiados los gestos que ilustran la entidad de formaciones nacidas de frustraciones personales que, lamentablemente, terminan por pagar los ciudadanos.
Ni uno ni otra muestran un soporte ideológico diferenciado de sus acomodos originales sobre el que enhebrar una política con hechuras propias, más allá del compromiso con su propio ego.
El ex popular tiene puesto ahora su acento en el particularismo regional y, en sentido inverso, la ex socialista le da con todo lo que se le ocurre al nacionalismo vasco. Curiosamente el padre del FAC, hizo del centralismo democrático su bandera como Secretario General del PP, mientras que la madre de UPyD fue Consejera de Comercio y Turismo en el gobierno vasco del nacionalista Ardanza, dentro del cupo correspondiente al PSOE.
Extraño paralelismo divergente el que acaba uniendo a dos líderes con menos causa que ambición. En el Congreso, donde suelen apoyar iniciativas del Gobierno, Cascos ofreció su diputado a Díez para que pudiera formar grupo parlamentario propio. El asturiano se juega el ser en las próximas elecciones regionales. Sin gobierno desde el que dar calor a las huestes su Foro podría pasar a la historia tan pacíficamente como el regionalismo cántabro del vecino Revilla. La vizcaína, sin embargo, tiene algunos años por delante para seguir intentando cuajar un movimiento de corte populista y radical; tan libre de equipaje como escaso de responsabilidades para decir lo que le venga en gana.
En fin, son otras maneras de ver y hacer política.