«Si yo tengo en la ejecutiva federal de mi partido, en mi dirección, un responsable político que crea una sociedad interpuesta para pagar la mitad de los impuestos que le toca pagar, esa persona al día siguiente estaría fuera de mi ejecutiva. Ese es el compromiso que yo asumo con mis votantes y también con los españoles».
Dicho y… hecho todo lo contrario. Sánchez tiene un problema consigo mismo. Ni durmiendo es capaz de mantener lo que dice. Miente con una extraña fruición, y cuando no miente cambia de silla en un tris tras.
En la semana que termina ha estado sembrado con el caso Maduro. Comenzó aplacando los ánimos de quienes desde su partido pedían una respuesta tajante del Gobierno español a los desmanes del sátrapa caribeño. En horas veinticuatro, desde Bruselas, le dio una semana de plazo para que convoque elecciones, y en el Caribe se vino arriba hasta llamarlo tirano.
¿Seguirá siendo Sánchez miembro del mismo partido que Felipe González, Alfonso Guerra, etc.? La pregunta no es baladí, como tampoco la respuesta que el tirano espetó al presidente del Gobierno del Reino de España: si quiere elecciones, que las haga en su casa.
Y en cuanto a la solidez de sus principios, qué comentar tras su respaldo al candidato que se saca de la manga para la alcaldía de Madrid, como el que antes había dado a su ministra de Economía, o al titular de Ciencia, una vez desvelado que crearon sociedades con el único fin de pagar menos impuestos.
Claro que en estos casos la utilización de sociedades pantalla no llega a delito. Jugar con la diferencia entre el tipo impositivo que grava a las sociedades frente al del IRPF, y poder computar gastos a la sociedad que no son deducibles en el impuesto sobre la renta es legítimo siempre que… lo sea. Que no lo es en los casos de los llamados por Sánchez a responsabilidades públicas, y la prueba está en que todos ellos, tras las reclamaciones correspondientes de Hacienda, tuvieron que soltar la pasta.
Pero una cosa es el delito y otra la palabra comprometida ante todos los españoles: «Si yo tengo en la ejecutiva federal de mi partido, en mi dirección, un responsable político que crea una sociedad interpuesta para pagar la mitad de los impuestos que le toca pagar, esa persona al día siguiente estaría fuera de mi ejecutiva. Ese es el compromiso que yo asumo con mis votantes y también con los españoles«.
Naturalmente, este asuntillo de la sociedad del candidato no ha sido su único traspiés en caso tan disparatado. El candidato a la alcaldía de Madrid será elegido en primarias, tenía proclamado. Pero con el mismo énfasis nominó directamente al candidato. Ante las críticas de la militancia madrileña se vio obligado a anunciar que él mismo asistiría a las primarias para votar al tal Pepu.
¿Un señor de Pozuelo votando en las primarias para la alcaldía de Madrid?
Este chisgarabís deja muy atrás aquella máxima marxista “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.