La distancia ofrece perspectivas nuevas a las cuestiones de siempre. Por ejemplo, no deja de sorprender cierta habilidad de Rubalcaba para jugar papeles diferentes en un mismo drama.
El drama es el de los cinco largos millones de parados en medio de la crisis más larga y profunda sufrida por el país en la reciente historia.
El actor principal actúa en el Congreso como líder responsable del primer partido de la oposición, mientras en Bruselas un eurodiputado amigo travestido de fuente comunitaria denuncia la tardanza del gobierno español en presentar los nuevos presupuestos del Estado, lo que es amplificado por el periódico no menos amigo subrayando que la dilación tiene causa electoralista, las elecciones andaluzas, y la televisión pública se muestra remisa a dar noticia del desmentido oficial de la UE sobre la filtración de la misteriosa «fuente comunitaria» a la agencia británica de noticias.
Todo eso es lo que un espectador pudo colegir hace un par de días siguiendo la actualidad a 12.500 kms. de Madrid. Es como asistir a uno de esos campeonartos de billar a tres o cuatro bandas. «Tantas idas y venidas / tantas vueltas y revueltas…» Quizá resulte útil semejante táctica para enredar aún más la medeja y dejar el ovillo inservible para cualquier cosa de provecho, porque está por ver que esa senda conduzca a mejores posiciones.
La última encuesta, precisamente del diario amigo, amplía aún más la diferencia que le separa del partido en el Gobierno.En ese juego a varias bandas hasta cabe pensar que tal investigación haya sido presentada como un mero referente del suelo de partida sobre el que crecer hasta anular tamaña desigualdad. Los precedentes son como son y hacen verosimil cualquier especulación sobre la veracidad y recta intención del análisis demoscópico. Una comprobación cercana en el tiempo: ¿cuál será la distancia entre PP y PSOE en la siguiente oleada, vísperas de los comicios andaluces y austurianos?
Así van pasando los días, llegará la recesión, la primavera y la contestación en las calles con menos frío para poder plantar cara a tanta reforma que, en una de estas, deja el país como nuevo. Pero, en fin, esa es otra cuestión.