El Gobierno del doctor Sánchez -la UCJC sigue aculada en tablas frente al escandaloso cum laude– todo lo reduce a propaganda. Ahora la cosa va de criminalizar al centro derecha arrojándolo a las tinieblas del extremismo tipo Bolsonaro. Los ministros aprenden de memoria el Catecismo del Buen Sanchista para resolver cuantos problemas estallan a sus pies y repiten sus mantras como campana rajada.
Ayer la portadora de la cartera de Justicia hizo un alarde de dominio de la materia. Y de chulería rufianesca. Con una media verónica se quitó de encima sus amistades peligrosas como que no hubiera asistido a la comida en que el comisario Villarejo contaba haber organizado una partida de prostitutas para sacar información y poder chantajear a políticos, empresarios y a quien se le pusiera por delante.
Tiene bemoles que la entonces fiscal en la AN no denunciara los delitos de proxenetismo y amenazas que acababa de conocer, o que tildara de marica a su hoy compañero de gabinete Grande Marlasca.
La mentira como peldaño seguro para ascender en el aprecio del doctor plagiario. En el caso de la ministra Dolores Delgado hasta tres veces se revolvió contra la verdad de los hechos. Primero negando todo tipo de relación con lo que ahora llama las cloacas del Estado; a las pocas horas rebajó tan tajante negativa: no tuvo relaciones profesionales. Más tarde, difundidas las conversaciones, hubo de reconocer su asistencia al almuerzo en que ella y su padrino eran tratados con extrema familiaridad: Lola y Balta. Ah! Y en el almuerzo se celebraba la distinción con que el gobierno Zapatero premió los servicios a la patria del tal Villarejo, hoy patrón de la cloaca.
Más procaz aún resulta una de sus intervenciones como fiscal al asumir los argumentos de la parte contraria, la defensa de un ciudadano hispano-guatemalteco contra su extradición. Aquel abogado defensor, Vergara Céspedes, del bufete del exjuez Garzón, ha sido nombrado por la ministra miembro del consejo asesor para la recuperación de la justicia universal, donde departirá con José Ricardo de Prada, el magistrado que metió de matute el nombre de Rajoy en la sentencia sobre Gürtel que sirvió de pretexto a Sánchez para asaltar La Moncloa con la venia de Rivera.
Así se escribe la historia que nunca será contada por estos mentirosos compulsivos que tiene tomado los resortes del poder político sin haber ganado una sola elección.
Qué importa una mentira más en esta especie de gabinete del doctor Caligari. Y para borrarla, leña al mono hasta que hable inglés: «Ni las cloacas, ni la derecha, ni la extrema derecha, ni la extrema extrema derecha me van a despistar o amedrentar«.
Así matiza sus expresiones una ministra del Gobierno de España, cuyo jefe anuncia que quiere negociar con todos ese presupuesto que llega tarde. Extraña manera de hacer amigos; o miedo cerval quizá por sentirse abocados al desahucio. Pobre mujer; que eso sí, estos ataques de la extrema derecha, de la extrema extrema y de la extrema extrema extrema derecha van contra ella por ser mujer, vino a decir.
Sin embargo no consta que el chulo de la Esquerra le hiciera algún guiño desde su escaño.