El armazón de este Gobierno es el embuste. Todo es pura quincalla, desde la tesis de su presidente -la UCJC muda tras el escándalo de su cum laude-, hasta su europeísmo. Por no citar la capacidad de dialogo prometida ni la firme determinación de limpiar la basura nacional. Las joyas del gobierno bonito eran simples abalorios; todo un inmenso blandiblú, esa masa viscosa para entretener a la infancia.
Dejemos de lado la textura ética de su política de defensa de la integridad nacional y de la Constitución. Lo de cumplir y hacer cumplir las leyes debieron prometerlo con los dedos cruzados en la espalda.
Tienen a la sociedad española al albur de cualquier desastre porque todo lo fían a la ensoñación de que todo acabará colocándose en su sitio. Y así deben de pensar el doctor Sánchez, Ábalos, Batet, Calvo y hasta Borrell que la división entre los sediciosos catalanes acabará por sí misma resolviendo el problema en que está embarcada la Nación entera.
El común de los catalanes se siente huérfano, de la madre patria no tienen noticia; los jubilados, presa de las incongruencias de un presidente que se compromete a indiciar las pensiones con el IPC y que una ministra desautoriza; los cuerpos de seguridad, nacionales y autonómicos, a su aire; la chiquillería sigue enchufada a textos escolares que deshacen la ciudadanía común, y un largo etc.
Al sistema autonómico se suelen achacar muchas disfunciones y se esgrime como excusa de la no intervención en algunos casos, como el de la Educación o la Seguridad. Pero hay asuntos más allá de nuestras fronteras en los que las autoridades actúan con la misma incuria. El último ejemplo es de hoy mismo.
Ante las protestas del mundo occidental, nuestro mundo, sobre la injerencia rusa en nuestros asuntos, España se llama andana.
Tras la reunión de ministros de Defensa la OTAN, su secretario general reclamó a Moscú que deje de atacar a sus vecinos, concretamente a interferir en sus procesos electorales y organizar campañas de desinformación. De esto último aquí tenemos demasiada experiencia. Cataluña ha sido objeto de campañas de rumores y falsas noticias, en ocasiones servidas en abierto por RT, su canal de televisión en español.
El detonante de la reclamación fueron las informaciones puestas sobre la mesa por los Estados Unidos, el Reino Unido y Holanda; campañas de ciberataques a escala global y la última hecha pública, el intento frustrado de infiltrarse en la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas; cuatro agentes rusos del GRU fueron cogidos con las manos en la masa.
Pues ante este problema global, a la ministra española del ramo, Margarita Robles, no se le ocurrió simpleza mayor que decir que España está preparada para hacer frente a estos desafíos. Y, como es propio de la cláusula de estilo que el Gobierno se ha impuesto, llamó a la calma para evitar el alarmismo. Como si hablara de la cuestión catalana, tal cual.
De una vez por todas, váyanse a hacer puñetas.