Tras el trampantojo del Acuarius que Sánchez ha puesto en pantallas y periódicos para distracción del personal, el golpismo catalán brilla con luz cada día más intensa; no hay quien lo tape. Y ahora ayudado desde aquí.
Oír a un expresidente socialista del Gobierno que la solución está en volver al Estatuto anticonstitucional que él protegió es un desatino sólo comprensible tratándose de alguien que goza del respeto de Maduro.
Sánchez, que no deja de ser una suerte de Zapatero.3, ve así reforzada la sensibilidad tercerista ante el conflicto catalán, como si entre el independentismo republicano y el sistema democrático vigente cupiera realmente una tercera vía, la de la reforma de la Constitución.
¿Acaso no han visto que los golpistas ya dejaron atrás cualquier tipo de encaje en el sistema español? Tal vez no lo quieran ver; estulticia o ingenuidad, quién lo sabe, el caso es que la mayoría de quienes hoy pintan algo en el histórico partido socialista siguen mostrando abalorios sin valor alguno para los facciosos. El federalismo y la nación de naciones vale un pimiento frente a la independencia.
Sánchez debe de estar comenzando a saborear el gusto amargo del poder. En el ruedo nacional le espera un toro en puntas con todos los resabios propios del que ya ha sido toreado. No está al alcance de cualquiera su lidia, que requiere el temple y saber hacer de los grandes maestros.
Saber hacer y saber qué hacer, he ahí su problema. Aunque en la hora de la verdad no le faltará el quite de un capote rojo y gualda.