Nihil novum sub sole. La crisis en la familia podemita demuestra que la historia se repite una y mil veces. Lo del papel de Bescansa recuerda una de las viejas artimañas de los servicios comunistas de espionaje, KGB, Stasi, etc. para deshacerse de los rivales.
Bescansa tenía un papel sobre el asalto al poder en Podemos. Hartos de Iglesias, de la Montero y algunos más, el complot la conducía hasta la dirección general y a Errejón le quitaba de en medio a Espinar en su carrera hacia la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Pero el papel salió a la luz y lo escrito quedó en nada, naturalmente. “Es un honor seguir cuidando Podemos”, zanjó el mandamás sin admitir una sola pregunta en rueda de prensa que convocó con los dos rivales hermanados tras el complot abortado. Y Bescansa sintió el frío no de Lubianka sino de la soledad; ni siquiera fue convocada al acto de unidad y humildad.
La otrora madre nutricia del grupo, bebé al pecho en el nacimiento de la Legislatura, ya no es de los suyos. Su cómplice Errejón se da media vuelta y aplaude al líder necesario, agradeciéndole, encima, su generosidad. En fin, el triunfo de una estratagema propia de película americana durante los años de guerra fría.
¿Y para qué tanto movimiento sobre la presidencia de la comunidad madrileña, se preguntan los arúspices? Presentar al falso investigador que se lucró sin mover un papel de los fondos que la Consejería de Fomento de la Junta destinó a la Universidad de Málaga es una broma; tras del máster virtual de la presidenta Cifuentes, Errejón, si sobreviviera a la campaña, está condenado a cobrar el estipendio de Diputado autonómico, que tampoco está tan mal. Y se lo deberá al jefe inmarcesible.
Claro que en todas partes cuecen habas, porque ver hoy a la mentada Cifuentes llevar a los tribunales a sus predecesores Aguirre y González, por el fallido, hace más de diez años, Campus de la Justicia, es igualmente asombroso. ¿Pensará doña Cristina que a ver quién de su partido se le pone por delante cuando denuncia una corrupción? ¿Habrá sido producto de un calentón tras oír hace unos días a doña Esperanza que en este país no se lleva lo de dimitir, con lo bien que se está en casa? O tal vez lo de Sansón cargándose el templo. Vaya usted a saber.