¿Cabe algún imbécil más en el tranvía de la política catalana? El esperpento de la alcaldesa empeñada en espantar visitas sólo es superable por la insensatez del presidente de un parlamento que lleva más de dos meses comiendo la sopa boba y sólo atento a las musarañas.
No, ya no caben más cretinos bajo la carpa plantada por ese nacionalismo de calçots y botifarra que no sabe por dónde empezar a devolver lo ingerido.
En un día como hoy, esta gentuza, sus comparsas y corifeos no merecen una línea más. Punto final.