No hay nada como salir de la cueva para parecer otra persona. Recién lavá y peiná, arregladita pero informal, como cantaba Martirio, Anna Gabriel se reinventa al otro lado de los Alpes presumiendo de profesora de Universidad.
Es lo que los suizos llevaban tiempo esperando, alguien que inculcara en su juventud el sentido de la familia, la paternidad y demás conceptos reelaborados por la profesora ayudante en una Facu de Derecho catalana. Los hijos, en el seno de una tribu; la familia es un instrumento burgués de adoctrinamiento conservador… Se van a enterar los suizos… y las suizas también a poco que dure la estancia allí de la proscrita.
Las barbaridades que cuenta a coro con su abogado le hacen acreedora de un buen repaso judicial. ¿Se imaginan al fiscal pidiendo que como pena se aprenda y cante la letra puesta por Marta Sánchez al Himno nacional? Resultaría emotivo, aunque no tan espectacular como oírle tararear los “Suspiros de España” de Álvarez que Estrellita Castro cantaba viendo alejarse la costa gaditana, o el “Adiós a España” de Perelló y Montorio que cantaba Antonio Molina en la misma situación.
Y a la suizaPero no, esta hija de emigrante andaluz se confiesa proscrita porque las rejas le dan miedo. Tan valiente como tantos otros adalides de la patria cuatribarrada, corre que se las pela ante la simple citación de un juez del TS.
Debe de tener claro que a ella no alcanzan a cubrirle los renuncios y mentiras que tan buen resultado están dando a otros compañeros de viaje. Y con un “aquí us quedeu gilipolles” dirigido a Junqueras, los Jordis y demás, miró al soslayo, fuese y no hubo nada.
Lo suyo pudo haber sido demasiado, y a Waterloo no iba a ir después de las broncas que tuvo con Puchi; además odia las coles y prefiere el chocolate a los mejillones a la crema con vino blanco. Conclusión, a despotricar del resto de los españoles que son dos días.
Todo un romance de valentía, hablando de coplas porque estos tipos no merecen otra cosa.