Los resultados de la última encuesta realizada por Metroscopia, comparados con los datos ciertos de las últimas elecciones, muestran un avance del centro derecha sobre el centro izquierda al que supera por once puntos.
Dentro del primero, populares y ciudadanos se disputan los votos de un territorio común que ha crecido ligeramente desde el 26-J, del 46% al 48%, y dentro del cual lo que el PP pierde en la encuesta, 6,9 puntos, es compensado sobradamente por lo que sube Cs.
En la izquierda, la suma de PSOE y Podemos se ha reducido desde el 43,8% hasta el 37,4%. La pérdida corre a cargo de los podemitas y sus mareas; los socialistas han mantenido exactamente el mismo nivel.
Lo que Podemos ha perdido equivale a lo ganado por Ciudadanos, lo cual sugiere que la cuestión catalana ha afectado las expectativas políticas.
Del torpe y confuso manejo protagonizado por Iglesias no cabía esperar nada diferente; de hecho es el dirigente peor valorado por el conjunto de los españoles, e incluso dentro de su propio mundo. En sentido contrario, la opinión pública ha premiado la política clara y directa del partido de Rivera, representado sobre el terreno por Arrimadas, su líder catalana.
Todo hace pensar que el desafío planteado por los sediciosos y los resultados de la réplica del Gobierno apoyada por una amplia mayoría parlamentaria, y social, marcarán el futuro político de la nación. Los comicios del 21-D son un hito, importante porque permitirá conocer la opinión real de una sociedad que ha permanecido décadas a merced de los que más gritaban y dineros repartían.
Pero también, y sobre todo, por ver cómo los representantes elegidos encaran la formación de una mayoría y un gobierno estables que posibiliten comenzar a rehacer tanto destrozo cometido.
Ojalá los libros de Historia registren en el futuro una nueva Renaixença, la del siglo XXI; más racional que romántica, más universal que provinciana, más solidaria que literaria. En fin, democrática.
