Tras los renuncios de la presidenta del Parlament y demás miembros de la mesa, ¿de qué república independiente seguirá colgado Puigdemont?
El dicho prusés de Forcadell y Puigdemont deja el Prozess de Kafka como un cuento infantil de los hermanos Andersen, por ejemplo. Si durante el proceso kafkiano el pobre bancario Joseph acaba sucumbiendo a las sorpresas que le depara la instrucción que sufre por no sabe qué delito, en el catalán son los imputados quienes deparan las sorpresas que marean al lector. Si Joseph terminó asumiendo como cierto un delito que nunca cometió, Forcadell hizo anoche lo contrario.
Puesta a negar negó una a una todas las barbaridades que ha orquestado y dirigido desde su altivo sitial; la declaración de independencia, aclamada y rubricada en el hemiciclo semivacío con el cántico de Els Segadors fue una broma, puro simbolismo; el 155 lo acata, y puesta a eludir la noche en prisión preventiva, lamenta que llegara tan tarde y quizá hasta llegue a venerarlo. Todo fue un espejismo, que nadie se preocupe porque lo nuestro es el dialogo, ¿no recuerdan?
Junqueras y la mitad de aquel gobierno que urdió el embuste no se sabe hasta dónde maldecirán a Forcadell, su animadora durante la larga travesía de la nación oprimida hacia su puesta en pie. Y ella responderá para sus adentros que mientras no sigan sus pasos, todos seguirán durmiendo a costa del Estado.
Queda por ver si el enfrentamiento se sustanciará algún día con un cara a cara entre ambos. Es lo que haría Netflix en una serie sobre el aborto del Estado Catalán, aunque no hay guionista en el mundo capaz de escribir la cursilada que ayer se marcó el ex vicepresidente Junqueras: “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”
Y allá en el norte sigue encendida la llamita del ex honorable que nunca lo fue, dirigiéndose por carta al pueblo catalán para mantener enhiesta su fe en lo que no existe. No es que la Republica Catalana no se vea, no; es que no existe, que todo fue puro simbolismo para disfrute de parados y empresarios, de maestros y estudiantes, burgueses y podemitas. Lo confesó anoche la presidenta del Parlament, la que acalló a la oposición y se burló del Estatut y su propio Reglamento, la que se ciscó en las sentencias del TC, la misma que hace años puso en marcha la ACN, cuyo actual presidente duerme también a costa del Estado.
El Estado sí que no es un puro símbolo. Y sus poderes acojonan, ¿no es cierto?
Y Puchi en Bruselas. Si todo fue un sueño, de qué exilio habla, en nombre de qué habla, por qué habla si no es nadie políticamente… ridículo gacetillero sin medio.
Y colorín colorado, el cuento ha terminado… al menos por esta noche. Y ahora ¿contra quién nos manifestamos? ¿Contra el Estado opresor, o contra quienes nos han robado hasta los sueños?