“Si hay presupuestos será gracias a Ciudadanos”, ha dicho Rivera. Lo de la coplilla: “Me han dicho que no me quieres / no me da pena maldita / que la mancha de la mora / con otra verse se quita”.
La machada de su reciente abstención en el decreto-ley para liberalizar la estiba mostró su escaso grado de compromiso con los intereses generales de los españoles, amenazados con multas millonarias por no cumplir con la legislación europea.
Que cumpla o incumpla su pacto de estabilidad con el Gobierno, con la Junta de Andalucía o la Comunidad de Madrid entra dentro del juego de la veleta, viejo instrumento diseñado para enfilar el aire venga de donde venga. En política es la versión más torpe del centrismo.
Un ministro neozelandés fue tildado de todo menos de bonito cuando defendiendo un proyecto espetó, y traslado textualmente del New Zealand Tablet: “Them’s my principles but if you don’tlike them I kin change them”. Dicho y escrito en 1873, bastantes años antes del nacimiento de Groucho Marx, a quien suele atribuirse el cínico pensamiento.
Gracias a Ciudadanos, o por la gracia de Ciudadanos como en las monedas de otrora se nimbaba la efigie del mandamás, España tendrá presupuestos del Estado. Este chico no tiene remedio. Llevando al extremo su pretensión, ¿qué impediría al diputado del partido asturiano, único, presumir de que gracias al Foro habrá presupuestos? Por ejemplo.
Ayer se autoproclamó heredero de la Constitución de Cádiz, ahí es na’; como si los demás descendiéramos de los abencerrajes directamente, sin haber pasado por todo lo que pasó este viejo país grande. Y aseguró que está llamado a jugar un papel decisivo para frenar a los populistas en Europa.
Ingenio tiene para decir simplezas como que sin ellos en algunos sitios no gobernaría la lista más votada; lástima que tuvieran tan poco peso en las últimas municipales como para haberlo hecho posible, además de en algunos pocos sitios, en la mayoría de grandes ayuntamientos, comenzando por el mismísimo Cádiz desde el que ayer hablaba, y siguiendo por la vecina Sevilla para llegar al de Madrid. Por ejemplo.
Detrás de tanto ingenio, el catecismo del liberalismo progresista que ahora porta bajo el brazo como los soldados de Napoleón creían llevar en sus mochilas el bastón de mariscal de Francia. Aquella aventura no acabó bien; ésta ya veremos, depende de que los demás sigan o no cometiendo errores de su propia mano.
No solo la estiba es un problema para Albert, es su impericia política y la falta de un equipo adecuado y formado que sienta en los escaños a unos cuantos oportunistas, algunos despistados y otros que no lograron hacer carrera en UPyD. Se salvan pocos. Veremos como les trata el futuro