El 7 de agosto de 1939 el Daily Express informaba a toda plana en su portada: “No War this Year”. Tres semanas más tarde, concretamente el 1 de septiembre, Hitler invadía Polonia.
Diez años después, concluida ya la Guerra Mundial, otra publicación de las islas anunciaba: “Fog in the Channel, Continent cut off”. La capacidad de los británicos para sentirse el centro del mundo tiende a infinito.
Visto al cabo de tantos años ambos hechos son buen ejemplo de hasta qué punto el Reino Unido sabe guardar las tradiciones, incluso las peores.
Convencido de que ganaría, un tal Cameron se jugó todo en un referéndum y lo perdió. Tuvo que hacer las maletas y desalojar la casa que, como Primer Ministro, la Corona le había facilitado en el número 10 de Downing Street.
En su petulante ignorancia pensó que los referéndum siempre se ganan, olvidando casos tan señalados como el que el General De Gaulle convocó en la vecina Francia en 1969, o el que en el Chile lejano perdió Pinochet en 1988.
Su sucesora, May, se hizo cargo de administrar el problemón con inusitada celeridad, tal vez por haber sido ella misma contraria al Brexit. Los jueces le pararon los pies sentenciando que la desconexión ha de ratificarla el Parlamento. Pero ella decide ganar tiempo y vuelve sus ojos hacia la otra orilla del Atlántico.
Y allá voló haciendo como que buscara el alivio de un tratado de libre comercio para suplir los efectos de la desconexión europea. Objetivo: convencer a Trump de que haga una excepción en su lucha contra los tratados de libre comercio, de forma que sea el Continente quien quede aislado. Extraña maniobra cuando sabe que no podrá formalizar nada en ese sentido antes de dos años.
Trump aprovechó el encuentro para denostar a la Unión Europea. Independientes van a ser más felices, le dijo a la primera ministra de S.M. exaltando el Brexit, y así fue cómo la Europa Unida recibió la primera puñalada trapera de manos del fino estadista norteamericano.
Dicen que May no supo qué hacer cuando en la conferencia conjunta de prensa en la Casa Blanca no oyó respuesta alguna a sus palabras sobre el firme compromiso del Reino Unido con la alianza atlántica.
La cosa fue así: “Señor presidente, creo que usted me ha dicho que respalda la OTAN al cien por cien” dijo la premier británica ante los periodistas, pero Trump se limitó a hacer con la boca una mueca que tanto podría significar ciertamente, como que verdes las han segado.
Tampoco fue feliz el encuentro de criterios sobre Rusia. Mientras que el americano se ha mostrado partidario de levantar las sanciones al imperio de Putin, “aunque aún es pronto” matizó, May afirmó que las sanciones deben seguir adelante pero que la discrepancia sobre la materia no tiene demasiada trascendencia porque “dadas nuestras especiales relaciones tenemos margen para estar en desacuerdo”.
Visto lo visto parece que Mss. May no buscaba con su visita a la corte de Mr. Trump nada más que dar la impresión de que se está moviendo, actividad, imagen. La razón en bien sencilla: durante los próximos dos años, si la desconexión comienza como previsto, el Reino Unido seguirá vinculado a la Unión Europea y no podrá establecer tratados con otros.
Pero, sobre todo, ¿alguien se atreve a apostar a que dentro de dos años seguirá Trump en la Casa Blanca y May en el 10 de Downing Street?
Felicidades Sr. Ysart, su comentario es acertadísimo y, by the way, espero que su reflexión final se cumpla.