El resultado de la colocación de deuda hecha ayer por el Tesoro español quizá haya sido la primera buena noticia económica en muchos meses. Con ella no se ha redimido un parado, ciertamente, ni una pyme se habrá puesto en marcha, pero el hecho de que los inversores hayan comprado prácticamente el doble de lo que pusimos sobre el tapete y nos haya salido más barato, entre un 20 y un 34% menos, significa que nuestras capacidades comienzan a ser estimadas.
Y esto, aún indiciario, debería servir para renovar un poco el atosigante aire que respira el común. El sartenazo impositivo, por ejemplo, cobra así un poco de sentido; dicho de otra forma, los sacrificios tienen recompensa. Quedan otros pendientes, comenzando por la reforma laboral, siguiendo por la limpieza de cientos de chiringuitos que parasitan el sector público y tantas otras pequeñas revoluciones que toca acometer precisamente a los conservadores.
Se desconoce cuál será el alcance de la reforma laboral; en todo caso, y suponiendo que realmente merezca tal nombre, el mejor servicio que sindicatos y patronal podrían prestar al país, una vez constatada su incapacidad para auto gestionar sus intereses, consistiría en no regalar entradas para espectáculos gore como los protagonizados en sus calles por griegos e italianos. Demostraríamos que somos un país serio, pese a que en ocasiones lo disimulemos con harta capacidad de convicción.
Tampoco sabemos a qué punto llegará la limpieza de toda la basura acumulada durante los pasados años de vino y rosas. ¿Hasta la devolución de lo ingerido por tanto sinvergüenza, indemnizaciones incluidas? Ojala; sería otra señal cierta de que nos tomamos en serio las cosas y el momento en que vivimos.
Y la obra no estaría completa sin poner los mimbres para resolver ese sudoku esotérico que han armado los gobiernos de las 17 comunidades autónomas. Lo suyo quizá no sea cuestión de leyes sino de conseguir que todas ellas jueguen de buena ley, que es otra cosa. Exige más talento pero, como los sacrificios, acaba recompensado.
Estas son las cuestiones que nos deben interesar, y así las advertencias de Fitch, S&P y demás dictadores de la moda actual nos importarán un pimiento.