Si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato; no lo dude, es un pato. La metáfora sería una forma suave de calificar de cualquier cosa a Pedro Sánchez tras su salida del nuevo fracaso que ayer cosechó ante los españoles.
Las urnas del País Vasco y Galicia no eran una encuesta más, ni siquiera del CIS; era la expresión libre y directa ante unas urnas de dos millones y medio de españoles. De ellos, cuatrocientos mil prefirieron al PP frente al PSOE. Y el que pide que en el PSOE su voz sea la única se atrevió ayer a condenar a los españoles a unas terceras elecciones.
A eso conduce el calendario de comités, primarias y congreso que puso sobre la mesa con chulería más propia de apache parisino que de un responsable político. Y en el sanedrín formado por sus más allegados sólo tuvo el apoyo explícito de López, llamado Patxi, respecto a la convocatoria del congreso tras unas primarias para elegir candidato a la SG del partido.
Este insólito personaje trata de blindar su silla explicando que no hace otra cosa que seguir los acuerdos del Comité Federal que a principios de año bendijo su NO ES NO para presentar su propia candidatura a la presidencia del Gobierno.
Aquel fracaso no le amilanó, ni tampoco el que cosechó en las subsiguientes elecciones generales al perder en seis meses más de ciento veinte mil votos y cinco escaños; no se siente responsable de nada, ni tampoco ahora tras dilapidar cuarenta mil votos en Galicia y el doble, ochenta mil más, en el País Vasco. Su candidatura sigue en pié; la investidura pendiente terminará agostándose por el paso de los días porque NO ES NO, ¿se enteran?
En fin, qué diferencia con la respuesta de Cospedal ofreciendo a García-Page, los escaños del PP en Castilla-La Mancha “para evitar la parálisis de la región y permitir la gobernabilidad” tras la ruptura por parte de Podemos del acuerdo que permitió al PSOE birlar la presidencia de la comunidad a los populares, aún habiendo quedado a un escaño de la mayoría absoluta en las elecciones del 2015.
Por no hablar de la actitud de Rajoy, quien preguntado ayer si pensaba hablar con algún otro dirigente socialista respondió tajante: “Hay unas reglas de juego y unas maneras de comportarse que yo no me voy a saltar nunca. Mi interlocutor es Pedro Sánchez mientras sea el Secretario General del PSOE. Yo no voy a zascandilear con nadie.”
¿Responsabilidades a mí?, se pregunta en la intimidad el pato de la metáfora, ni una; diríjanse al maestro armero. Yo sólo hago lo que siempre he creído que tenía que hacer. No me hablen ustedes de oportunidades ni de costes y beneficios; eso son cosas de la derecha, que precisamente es lo que tenemos que eliminar de mapa. Por cierto, y quien quiera subirse a esta silla que lo diga de una vez o calle para siempre, Susana.
Así es como se las gasta este depredador del campo socialista, que además de ciscarse en los intereses de su partido culmina la machada haciéndolo sobre España entera. Eso sí, tratando de sonreír.
Lo dicho, si parece imbécil, actúa como un imbécil y habla como un imbécil; no lo dude, es imbécil.