Visto lo que se está viendo, y oyendo, no queda otra que reclamar un paso al frente a quienes tienen sentido común, de Estado y cuantos otros sentidos quisiéramos para los llamados responsables políticos de hoy; perdón por llamar responsables a la inmensa mayoría de los dirigentes con asiento en Cortes, a estas alturas resulta una broma harto pesada.
Sánchez resucita mañana entre los suyos –sólo los más suyos- para echar una paletada más de cieno sobre la arena política. Ha tenido que esperar precisamente al miércoles 17 de agosto, fecha anunciada hace una semana por los populares para alcanzar un acuerdo con los Ciudadanos.
Como si la política nacional fuera la parrilla de las televisiones, a los socialistas amigos de Sánchez no se le ocurre nada mejor, brillante ni valioso que contraprogramar; un sálvame de luxe, después tres semanas de vacaciones, frente al intento de otros para sacar del atolladero la administración del Estado.
Cierto es que nada se está hundiendo por el hecho de que llevemos ochos meses con un Gobierno en funciones; el país sigue creciendo, se crean empleos, mal que bien la mayoría se ha tomado unas vacaciones… en fin, que estamos demostrando que la sociedad no necesita demasiadas muletas para seguir adelante. La cuestión pendiente es determinar dónde está ese adelante.
Para Sánchez, aquel tertuliano que Pepiño Blanco lanzó al ruedo para que se foguease, el horizonte tiene dos letras: NO. Y tanto se fogueó que hoy manda de carallo en el PSOE; nadie le ha parado los pies, ni por socavar el suelo de su electorado ni por la ridícula convocatoria a sus fieles, sólo a sus sostenedores, para explicar otra vez el NO ante las cámaras . ¿Para qué ponerse en riesgo? El Comité Federal, los barones territoriales, o sus mayores, si es que reconoce a alguno, sólo supondrían un incordio.
El PSOE es el partido de los socialistas, sí; pero ni por la posición que ha ocupado en la democracia, ni por el respaldo masivo que en diversas ocasiones ha recibido, nos interesa a todos los ciudadanos que se mueven al margen de los extremismos. Su concurso no es irrelevante; es básico dentro de la arquitectura diseñada en la Constitución. Dilapidarlo, como está haciendo el personaje en cuestión saldrá muy caro a España; de hecho ya lo estamos pagando.
No resulta fácil comprender el silencio de quienes retienen un fondo de autoridad, auctoritas, en el socialismo español. Por encima del partido, cualquiera que sea, está la Nación. Esa es la almendra del asunto; la investidura de Rajoy es lo de menos.
¡Felipe, vuelve!, y así hasta Zapatero dejaría ya de hacer el indio con Maduro.