La apertura de una tercera ronda para evitar la disolución de las Cortes actuales y no volver a abrir las urnas seis meses después de haberlas guardado no parece que haya removido ningún cimiento. Más allá de la diligencia policial en escenificar nuevas detenciones de dirigentes populares, como la pena del cogote que aplicaron a Rato un mes antes de los últimos comicios locales, no se tiene noticia de que los partidos hayan movido un papel para encontrar pareja de baile, salvo en un caso: Podemos sacará a la pista a IU en cuanto comience el tango. Al tiempo.
La decisión anunciada por Iglesias de entrevistarse, al fin, con Garzón tiene tintes muy distintos de las bravuconadas con que trató a Sánchez. Ahora no habrá paripé, sólo mutuo interés urgido por las consecuencias de la ley D’Hont con que se trasladan los votos a los escaños. La suma de cinco millones más uno pasa de seis y medio, y tal vez se aproxime a siete. ¿Se imaginan que dejaran atrás al PSOE? Más difícil pudo parecer que el Aleti madrileño eliminara al Barça en la semifinal de la Champions…
Iglesias lo barrunta; lograría en menos de un año lo que le costó un lustro a su amigo Tsipras cargarse al Movimiento Socialista Panhelénico. El histórico representante de la Internacional Socialista en Grecia, el Pasok que fundó Papandreu, quedó en séptima posición en los comicios del último año.
Y Sánchez lo teme; sería la puntilla que pone fin a una faena cuajada de despropósitos, comenzando por las sucesivas elecciones de sus dirigentes y terminando por la carencia de propuestas articuladas en un programa de corte socialdemócrata capaz de atraer a las clases medias urbanas, donde no se comen un rosco desde hace años. Por ello, el candidato socialista hará toda suerte de encantamientos para que los podemitas vengan a su terreno. Y voten con él o se abstengan, le permitan sentarse en el banco azul. Por cuánto tiempo, le importa un bledo; el programa se reduce a un solo punto: sustituir a Rajoy.
Para ese juego podría contar dentro de las filas moradas con apoyo de Errejón. El número dos de la organización podemita, hoy bastante desorganizada pese al leninismo que la sustenta, no oculta sus desacuerdos con la estrategia que Iglesias impone, y es que Errejón no militó en el PC. En cuestión de pactos, Iglesias sigue los consejos del histórico Anguita: mejor entre los nuestros para hacernos fuertes. Errejón es de los de la transversalidad palabro hoy tan en boga que hasta los de Rivera reclaman.
Si Iglesias se sale con la suya, la tercera ronda abierta por el monarca no servirá más que para demostrar que éste hizo lo que en su mano está para poner un poco de cordura entre la tropa. El socialista no podría exhibir los apoyos necesarios para formar una mayoría de gobierno, condición exigida ahora por el Rey para proponer al Congreso un candidato a la investidura.
La pelota está en el alero de Podemos. Lo más probable es que la devuelvan a la gente, a ver si la segunda vez llega más alto. Recuerden aquello que dijo a los suyos en Vistalegre: “El cielo no se alcanza por consenso, se toma al asalto”.