El descaro con que el Gobierno Zapatero que dirige Rubalcaba compra votos en el Congreso resulta difícil de calificar sin caer en la escatología. ¿Qué decirles al oir a su ministro de Trabajo que la Seguridad Social comprará los “bonos patrióticos” catalanes? Sólo una cosa: si son buenos para ella, la SS, ¿por qué. de paso, no compran ustedes mismos unos poquitos más? Bueno para ella, bueno para él, que decía el comercial, sin olvidar al secretario de estado norteamericano John Foster Dulles -lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados Unidos-. Tipo curioso aquel, sin pelos en la lengua. Otro día sentenció: Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses.
Esto, lo del Gobierno y los nacionalistas catalanes, o los vascos ayer, es un escándalo más de los que pasan sin cesar por delante de nuestras narices. La Generalitat viene exigiendo que el Tesoro avale una emisión de bonos ¿basura? porque los mercados andan mosqueados. Y un simpático vividor, diputado de CiU, democristiano, tuvo ayer la humorada de decir que como el Tesoro lo pagamos todos que se ponga delante para que los catalanes no tengan que pagar el diferencial sobre el bono español que habrán que apoquinar.
Por si tal muestra de tupé no fuera suficiente, mientras Sánchez Llibre pedía en Madrid, en Barcelona su presidente Mas reclamaba la independencia financiera de Cataluña (pacto fiscal con el Estado, tipo Concierto vasco) porque una encuesta allí hecha indica que así lo quiere el 50% del personal. Y que, para que nos enteremos, un 43% estaría dispuesto a votar la independencia; no la financiera, la de verdad.
El origen de este cúmulo de sin razones es el favor que la minoría nacionalista hizo a los socialistas en la tramitación de la reforma de las pensiones, y ya se sabe: favor con favor se paga.
Qué lejos aquellos tiempos del Roma no paga traidores. Fue aquí mismo, en Iberia.