Patético. Lo que debería discurrir por los cauces de la política se escurre por los desagües de la telebasura. Así no se hace país; así se atenta contra la salud mental del personal. Los trastornos bipolares están servidos. Manías y depresiones acaban anulando la libertad. Mal rollo.
La cara con que el candidato Sánchez espera estrechar la mano que le tiende Rajoy, ayer en el funeral de Estado por los Guardias Nacionales muertos en Kabul, es un poema. Induce a pensar que sigue instalado en la lamentable perfomance teatral en que convirtió el debate electoral.
“Cara feroce al enemigo”. ¿Enemigo? Para bromas pesadas ya tuvimos bastante con la noche del lunes. Confundir enemigos con adversarios es síntoma de grave idiocia, trastorno mental que deberíamos dar por supuesto que no afecta al líder actual del partido socialista. Pero es que además, en la ceremonia fúnebre presidida por los Reyes era el Presidente del Gobierno de España quien le estaba saludando, no su contrincante electoral.
Sánchez exhibe carencias demasiado profundas que ponen en cuestión su idoneidad para asumir el Gobierno. Más allá de afinidades ideológicas o de intereses de cualquier otra naturaleza, la cuestión no es baladí. Además de conocimientos, gobernar una nación requiere un temple singular, tanta audacia como prudencia, tener claros los límites, corrección en las formas, generosidad… y un sentido cabal de la responsabilidad.
No parece que el candidato lleve en sus alforjas dosis suficientes de todo ello. Es más, a juzgar por lo mostrado el lunes, ni siquiera alcanza el mínimo necesario. Y aunque todo induzca a pensar que no será él quien entre el primero en la meta del 20-D, no es descartable que acabe instalado en La Moncloa con los votos de Podemos más la abstención de Ciudadanos. Incluso bastante probable si la suma de escaños de socialistas y podemitas alcanzara una mayoría holgada sobre la de populares y ciudadanos.
El país no está para dejar de tomárselo en serio. Convendría aplicarse al sabio consejo de Íñigo López de Loyola a sus muchachos: “en tiempo de desolación no hacer mudanza”. Su Compañía nació en Paris en 1534 y sigue tan campante. Por todo el mundo.