La frase de Felipe González, el refundador del partido socialista, la oyeron los quinientos asistentes a un acto electoral celebrado hoy en Madrid en el que zurró a los podemitas, visto cómo el de la coleta muerde los tobillos al candidato Sánchez. Seriedad. Toda la razón al expresidente.
La misma que adorna al filósofo Gustavo Bueno cuando preguntado en una entrevista por cuál es el problema más grave que hoy tiene España responde tajante: “La estupidez”.
El expresidente González hizo en Vicálvaro el mejor spot con que soñar pudieran los populares. Ni más ni menos dio alas al eslogan de la campaña de Rajoy, España en serio; el mejor lema de la campaña en curso por su concisión, claridad y, sobre todo, su congruencia con la personalidad del presidente-candidato. Además, subraya la distancia que en términos de solvencia ofrece su imagen frente a la de los tres adversarios.
Volviendo al profesor Bueno, un riojano que pasa por asturiano y a quien no le duelen prendas a la hora de decir lo que piensa y siente, las breves sentencias que en “El Mundo” dedica a los cuatro candidatos en cartel merecen un recordatorio: “En Pablo Iglesias se ve claramente a un demagogo”. Preguntado por si Albert Rivera es el mirlo blanco de la política española comenta: “Creo que más que un mirlo es un ajedrecista. Está estudiando jugadas para ver qué hacer, por eso el debate político suele ser tan pobre. Sólo manifiesta un ansia de gobernar. Él y todos los demás sólo quieren llegar a diputados”.
Su juicio sobre Pedro Sánchez es demoledor: “Exhibe una buena condición teatral, pero es un hombre muy elemental y rudo, aunque sea joven y guapo…No dice más que tópicos y tonterías, aunque sabe sonreír. Es un monigote de ventrílocuo”.
De Rajoy: “Está muy oscilante… Lo de ir a casa de Bertín Osborne es un exceso innecesario”. ¿Votará el 20-D? le pregunta el periodista: “Sí. Y además a Rajoy, pese a todo”; ¿por?, “Porque es el único en el que confío para mantener algo más de tiempo la unidad de España”.
Lo de “a pesar de todo” me recordó el correo que recibí hace unas semanas de un buen amigo que, después de haberse pasado tres años y pico despotricando del Gobierno, me escribió: “A Rajoy va a votarle su madre… y yo también”.
Algo así tuvo que oír el maestro Curro Romero, como él mismo cuenta hablando de sus peores momentos en La Maestranza: “En mi última etapa recuerdo una tarde en la que un espectador me gritó: ‘¡Curro, te odio. Mañana va a venir a verte tu madre!’ Me dijeron que se marchó y volvió al poco. Volví a escuchar, como toda la plaza, otro grito: «¡Curro, mañana va a venir a verte tu madre… y yo!».
Por lo que se ve, de la campaña cabría decir que la seriedad no es valor que cotice al alza; demasiados fuegos fatuos, desplantes e improvisaciones como para sacar algo sustancial de los mensajes. La deriva hacia el espectáculo televisivo en que han caído entre unos, los propios protagonistas, y otros, los medios, sólo sirve para calar los rasgos más superficiales de la personalidad de los contrincantes; inmadurez, suficiencia, ambición, aburrimiento, buen porte, trazas desastrosas, etc. Ideas, ni una.
Las ínfulas renovadoras de los recién llegados se han agostado ante las cámaras. Y es que la televisión quema, y mucho cuanto más te expones en ella. Han animado el cotarro; ojalá no nos salga demasiado cara la próxima ronda.
Hay que tomarse en serio la política y España; y a los españoles, ni le cuento.