Lo que sigue ocurriendo en Endesa es para repensarse tres o cuatro veces volver a dejar en manos socialistas el Gobierno de la Nación.
Hace diez días una noticia trató de engatusar al común haciéndole pensar en la bondad de la compañía que iba a dedicar de aquí al 2019 todo su beneficio a sus accionistas a través del reparto de dos dividendos anuales. ¿Sus accionistas?
Endesa ha sido uno de los ejemplos más brillantes de cómo salvar las cuentas de sus compradores a costa de los intereses de sus accionistas tradicionales que vieron en una OPA engañosa la ocasión de hacer negocio. ¿Negocio?
La historia está contada en este mismo blog (ver los posts publicados el 8 de marzo de 2012, el 29 de mayo de 2013 y el 31 de julio y 22 de octubre de 2014). El resumen: un expolio. Los italianos se quedaron con la joya de la corona, los activos americanos de Endesa, sin poner un euro, sacando como dividendo extraordinario lo que metieron en la operación.
Antes ya habían hecho lo propio con su inversión inicial a través de la OPA. Acudieron a ella con un caballo blanco español, la constructora Acciona, que por el mismo procedimiento del dividendo extraordinario se cobró en año y medio lo invertido más una plusvalía de 1.850 millones de euros.
En su junta de accionistas del pasado año la eléctrica que aquí preside Borja Prado aprobó – ¿y cómo no teniendo el 92% de las acciones?- una serie de repartos de dividendos hasta un importe total de 15.000 millones, en metálico naturalmente: 14,65 euros por acción. Con su 92% Enel se llevó 14.200 millones.
Y una vez limpiada la compañía radicada en España, los italianos siguieron haciendo caja sacando en la bolsa un 20% de su paquete. Los inversores institucionales le dieron la espalda y los colocadores hubieron de ampliar el tramo destinado al menudeo.
Lejos queda aquellos días en que Endesa era una compañía más de capital español y sus acciones lo más parecido a las viejas “matildes” que Telefónica vendía a través de la televisión en los años sesenta. Hasta entonces, 2007, los españolitos disfrutaban directamente, poco o mucho, lo que repartía en dividendos la primera eléctrica de España gracias en parte a sus inversiones en América. De todo aquello hoy queda el recuerdo.
El penoso recuerdo de un paradigma del mal uso de las puertas giratorias. El vicepresidente del Gobierno que facilitó aquella operación aceptó dos años después ser consejero de la sociedad italiana controlada por aquel Estado. Y la ministra de Economía que aquí autorizaba las tarifas eléctricas, pasó a ser consejera de una de las filiales chilenas, en este caso sin salvar los dos años de incompatibilidad; Chilectra no opera en España. Este mismo mes la compañía chilena en manos italianas ha dispuesto los ceses de Elena Salgado y de Borja Prado; natural.
Así ha quedado uno de los campeones nacionales de que hablaba aquel presidente de gobierno socialista cuando aseguraba que aquí no habría crisis. Como si tal cosa, tras su paso por Venezuela se dispone a participar activamente en la campaña de Sánchez.