Las prisas por robar primeros planos pueden causar el efecto opuesto al objetivo buscado. Ese es el riesgo que está corriendo Rivera. Después de lo ocurrido el día anterior ¿realmente pensará que por decir ayer “ le voy a proponer a Rajoy y a Sánchez un pacto por España” va a ser reconocido como el hombre que salvó España?
“España no está en juego. España no se rompe. España no se toca”, dijo a continuación para reforzar el alcance de su propuesta sin caer en cuenta que el mensaje ya lo habían adelantado sus mayores. Cosas así suelen ocurrir a las víctimas de demasiados ensayos, del coaching que prepara para cualquier cosa menos para percatarse que la realidad ya ha dejado atrás pronunciamientos tan brillantes.
En el mundo de la vieja revista musical es tópica la imagen de la pizpireta chica de coro que para hacerse hueco en la primera línea pisa la cola de plumas con que la vieja vedette se pavonea ante el público. La ambición puede acabar triunfando, o no; depende de cómo el resto de la compañía y el público, sobre todo el público, juzgue la faena. Y quizá la cosa se tome algún tiempo, naturalmente salvo que la vedette se rompa un tobillo.
Rivera tendrá seguramente un importante papel que jugar en el caso del desafuero separatista, dada su relevante posición en el parlamento regional catalán, y también en otros durante la próxima legislatura. No precisa sobreactuar. La posición alcanzada en la arena política nacional es suficientemente respetable como… para hacerse respetar.
Para ello nada mejor que huir de las obviedades; en lugar de quedarse en lo que la gente quiere oír, avanzar hasta lo que hay que hacer. “Los españoles debemos dar respuesta. Con palabras y con hechos”, como ayer hizo en el Foro ABC, es no decir nada a quien, a quienes, se pide que lo hagan, cómo y cuándo. Y también de los eslóganes trillados como “que España funcione”, con el que en 1982 Felipe González llevó al PSOE al poder.
Pero puestos a construir eslóganes nadie mejor que Iglesias: “Podemos, la mejor garantía para la unidad de España”. Tiene guasa, si no estuviera jugando con las cosas del querer, y de comer. Ardua tarea la de un presidente de Gobierno obligado a agavillar espigas de todos los campos, entra en su sueldo y también en su responsabilidad, pero ¿cómo enfrentar la conversación con un representante político que dice tan fresco “si nosotros gobernamos en España la mayoría de los catalanes no se querrán ir”?
Lo de menos es que sus gentes en la cámara regional hayan aupado a la presidencia a la madre de la sedición; lo peor es no saber que la mayoría de los catalanes claro que no se quiere ir; lo reiteraron hace poco más de un mes y en las urnas, que es dónde estas cosas se dicen de verdad.
En fin, que ojalá salga lo mejor de todos los que actúan sobre pistas como tiene el circo nacional.