Con su lunita plateada y sin ella, los estudiantes de 80 centros de enseñanza media podrán participar en un ingenioso programa ideado por el ayuntamiento sevillano, siempre atento a las necesidades básicas de sus vecinos.
En el informe técnico ¿? del programa “Promoción y protección de la salud afectiva sexual de los y las sevillanas” se razona que “para evitar desigualdades en salud, con el objetivo de aumentar el nivel de salud y la calidad de vida se requieren diversos materiales, como modelados de vulva y penes, preservativos femeninos y masculinos y, ahora, el lubricante vaginal y anal.”
Eso es una municipalidad consciente de que su área Servicio de Bienestar Social y Empleo debe poner toda la carne en el asador para que los chicos tengan siempre presentes “sus derechos sexuales y reproductivos y disfrutar de las relaciones eróticas, cuidarse, quererse, afrontar dificultades…”
El sindiós está servido por la corporación que, sin haber ganado las elecciones, preside el socialista Espadas gracias al apoyo de la izquierda y con la venia de los Ciudadanos de Rivera. Más allá del contenido de tal iniciativa, impulsada tal vez por la ausencia de problemas más serios entre la juventud sevillana, el cretinismo de sus promotores deja huella desde su propio enunciado: “… de los y las sevillanas”.
Puestos a cargarse cuanto se ponga por delante no se arredran ni ante el español, su propia lengua. Víctimas de una estúpida corrección política que reblandece hasta los cimientos berroqueños de El Escorial, cada vez son más los seguidores de aquel lendakari que parecía salido de un episodio de “Star Trek” y comenzó a perorar sobre vascos y vascas como si se trataran de individuos de especies diferentes.
¿Por qué han de ocurrir estas cosas hasta en Sevilla, la tierra de Becker, los Machado, Aleixandre, Cernuda, Julia Uceda, el marqués de Luca de Tena o el conde de Gomara, más conocido como Rafael de León?
Será que ésta no es la Sevilla que inspiró al vasco Carmelo Larrea aquel bolero de las «Dos Cruces« que cantaron desde Angelillo, la Piquer y Machín hasta José Feliciano, Marías Dolores Pradera y Nana Mouskouri:
“Sevilla tuvo que ser
con su lunita plateada
testigo de nuestro amor
bajo la noche callada
y nos quisimos tú y yo
con un amor sin pecado…”