Dícese mamporrero a la persona que dirige el miembro del caballo para facilitar la cópula con la yegua. Y por extensión así se califica a quien hace el trabajo sucio para otro, como es el caso de dos eurodiputados españoles que no han tenido mejor ocurrencia que denunciar interferencias de las organizaciones financieras y del mismísimo Banco de España en el proceso catalán. Manda huevos, que decía un sargento del Batallón de Artillería a Lomo de Pamplona, con quien hace muchos años coincidí durante aquello que se llamaba el servicio militar y que liquidó el presidente Aznar.
Es lo que tienen los radicales, que no saben cómo perfilarse ante cuestiones transversales, como el secesionismo. No saben cómo enfrentarlo pero siempre lo hace en la misma dirección, en contra del sentido común, eso que dicta que las leyes están para ser cumplidas, y en beneficio de los sediciosos.
Lo acaban de hacer Iglesias, el podemita, y Urtasun, barcelonés, comunista desde los 15 años y antiguo secretario de Romeva, el escudo protector que el presidente de la Generalitat se ha puesto por delante. Disfrazada de pregunta parlamentaria a la Comisión Europea hacen un alegato contra las manifestaciones que dicen lo que ellos no quieren oír.
Tan ilustres tribunos alegan que quienes explican los costes que una secesión catalana supondría en términos de seguridad jurídica, aislamiento financiero con la consiguiente escasez del crédito, etc. desprecian las reglas básicas de la democracia porque “vulneran el derecho a un proceso libre y democrático”.
Como advierten en los telediarios antes de facilitar determinadas imágenes, que estos personajes achaquen desprecio de las reglas básicas de la democracia cuando ellos no cumplen la primera, respetar la legalidad democrática, puede herir la sensibilidad del ciudadano.
Y no digamos de oír hablar de procesos libres y democráticos a comunistas, tanto del sector leninista como del verde. Resulta asombroso, mayestático, como los primeros compases de “Así habló Zaratustra”, el poema sinfónico que Richard Strauss compuso tras leer la obra homónima de Nietzsche.
“Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre”, escribió el filósofo, también leído por Lenin, Hitler, Stalin… y pasó lo que pasó.
Estos nuestros de ahora, más chiquitos, hacen el trabajo sucio a los facciosos arrogándose la voz del pueblo, como si el pueblo fuera una formación militarizada marcado el paso de la oca. Y en nombre del pueblo defienden el derecho a decidir lo que ellos han decidido.
En nombre del pueblo… Así fueron los fascismos y es el comunismo. Sólo hace un par de días, en La Habana, Fidel Castro firmaba la dedicatoria de un libro al Papa Francisco:”Con admiración y respeto del pueblo cubano. Fidel”. Así, el pueblo cubano sigue hablando por boca de Castro.