Como anunciado aquí mismo, y reiteradamente, el candidato dijo ayer que sale del Gobierno. Nadie le echa, él decide irse, porque tiene que irse, pero se va sin irse, porque seguirá diciendo a Zapatero lo que sí y lo que no tiene que hacer.
Así de triste está siendo para el Presidente su final de partida, una especie de revisión del drama de Beckett en el que los dos personajes, Hamm, el dueño ciego y siempre sentado y Clov, incapaz de tomar asiento, hablan y se dan la réplica por el mero hecho de permanecer en escena, mientras a la izquierda, los padres del ciego piden comida desde los cajones de basura en que sobreviven.
Hamm: Sin embargo me dejas.
Clov: Trato de hacerlo.
Hamm: No me quieres.
Clov: No.
Hamm: Antes me querías.
Clov: Antes.
Hamm: Te he hecho sufrir demasiado, ¿verdad?
Clov: No es eso.
Hamm (indignado): ¿No te he hecho sufrir demasiado?
Clov: Sí.
Hamm (Aliviado): ¡Ah, menos mal! Perdón. He dicho perdón.
Clov: Te oigo….
El candidato comienza mañana a interpretar su propio personaje. Ayer tuvo la humorada de pedir disculpas a los periodistas por haber sido en ocasiones como un frontón; cosas del oficio, vino a decir en su adiós como portavoz del Gobierno Zapatero. Mañana Clov intentará marcar su territorio, un nuevo terreno para el socialismo español, con más de 15-M que de Trecera Vía, pocas contemplaciones con los banqueros y muchas complicidades con la izquierda desunida, para no dar ocasión a una nueva Estremadura.
Y así el calendario se irá cumpliendo hasta el triste final de partida:
Hamm: ¡Clov!
Clov (Molesto). ¿Qué pasa?
Hamm: ¿No estamos a punto de… de… significar algo?
Clov: ¿Significar? ¿Nosotros, significar? (Risa breve) ¡Qué bueno!
Hamm: Me pregunto (Pausa) … ¡Y pensar que quizá todo esto podría haber tenido algún sentido!