Algo a que agarrase

Lo que no debe ser: fiscalía, gobierno y TC comiendo de la misma mano.

El fin de semana alumbró al fin algo a lo que poder agarrarse: la palabra de Feijóo. Cerró el Congreso de los populares con un discurso vívido, vigoroso y polivalente. Podría emplearlo tanto en una moción de censura, que de hecho lo era, como de programa de primer ministro. Pero lo adelantó como socorrista que lanza un flotador en medio de la tormenta, algo a lo que agarrarse una mayoría de españoles para salir de la depresión. Nació un líder.

Mientras, otro caía al suelo, enlodado por tanto escándalo, mentiras y abuso de poder. El patético final del comité sanchista contraprogramado en el mismo fin de semana para reflotar la nave que zozobra a manos de su capitán, marca el paso de un antes a un después en la aventura de Sánchez.

Las patochadas de sus palafreneros, dos Oscar por el precio de uno, revelan cuán bajo puede caer la política cuando el fin suplanta a los principios, lo que por si no estuviera claro, el mandamás presume al vanagloriarse de hacer de la necesidad virtud.

Por vez primera en bastantes años, enfrente alguien se compromete a devolvernos la normalidad de la democracia. En tiempos lejanos, un gran político resumió en pocas palabras esa situación: “cuando alguien llama a tu puerta a las seis de la mañana, se sabe que es el lechero”.

Para alcanzarla Feijóo esculpió su tabla de la ley con un largo decálogo de compromisos que definió como un contrato con los españoles. Comienza por tratar de gobernar en solitario, devolver la división de poderes restaurando los contrapesos e instituciones sin servidumbres y con dirigentes neutrales, en la justicia, la fiscalía y el Tribunal Constitucional.

Y sigue por las cuestiones naturales en una sociedad libre, desde la enseñanza, hasta la vivienda, pasando por las pensiones y la medicina. En fin, todo lo que no se sirve desde hace tiempo con la normalidad de lo habitual.

Para pasarlo del papel a la realidad necesita ensanchar su campo. La afluencia trasversal de ciudadanos ajenos a siglas y orejeras, autocríticos; con hambre de libertades, de igualdad y solidaridad. Y defensores a ultranza del pluralismo, imprescindible para alcanzar los diez millones de votos.

El reto parece que los populares lo tienen asumido, algo extraordinario en una formación política del centro derecha española. Unanimidad como la registrada y exhibida en el cónclave de los tres mil representantes sólo es explicable por la hartura de una creciente mayoría social.

Sólo su activación hará factible el recambio porque como alertó Ayuso, la bizarra presidenta madrileña, “el muro no caerá, lo tiraremos entre todos”.

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Posted martes, julio 8th, 2025 (2 hours ago) under Política.

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