Libertad sin ira

Jarcha, los autores de «Libertad sin Ira», años 70.

El número de las lenguas regionales es como para pensárselo dos veces antes de emprender otra batallita en suelo europeo. España haciendo el ridículo por satisfacer el chantaje de un chiquilicuatre catalán. Hace pocos días el sanchismo se apuntó otra gesta oponiéndose a algo tan elemental como fijar el umbral del 5% nacional para tener representación en el gran parlamento. Pero la bola sigue rodando.

Sánchez se divierte monitoreando al ministro Albares allí donde pueda hacer perder el prestigio de la nación. ¿Cómo no va a ser así cuando trata de complacer a vendepatrias organizados precisamente para cargarse la nación? ¡Cuánto mejor nos iría a todos si aplicásemos aquí dentro la exigencia de un 5% sobre el total nacional a esas minorías! Sin Frankenstein todos dormiríamos mejor.

Habrá quien piense que todo este sin fin de disparates pueda regocijar a algunos; yerran. Asistir a la descomposición de cualquier cosa, sobre todo cuando forma arte de nuestro entorno, salvo excepciones patológicas no es plato de buen gusto para nadie. Los ciudadanos en libertad aspiran a ver al timón alguien capaz de sentirse servidor de todos, unos y otros. Precisamente lo que no tenemos.

A partir de ahí comienzan las desgracias. Muros y zanjas para dividir a la gente que, como decía aquella copla que iluminó el nacimiento de la democracia, tan solo pide vivir su vida, sin más mentiras y en paz.

Libertad sin ira” podría ser un buen argumento para restaurar los puentes socavados por la torrentera imparable de aguas negras. Borrar el rencor de viejas deudas y abrir puertas y ventanas a la concordia marchita es posible. Está entre las manos de millones de españoles que sólo necesitan creer en su propio poder.

No hace falta mucho más para dejar de hacer el ridículo ante el mundo y por las noches, llorar por el paso de un tiempo baldío que se hace eterno.

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Posted martes, mayo 27th, 2025 under Política.

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