Sánchez y la dictadura de Maduro

Sánchez lleva a Maduro a sus espaldas.

Cuando se ciegan los cauces de dialogo entre los agentes políticos pasa lo que está a punto de pasar: que Sánchez se erija en el gran soporte de la dictadura bolivariana encarnada hoy en Maduro. Para España, es decir, para los españoles, esto es un baldón muy difícil de superar. Cuánta razón encierran las recientes palabras del Rey sobre el dialogo, el bien común y la confrontación esterilizadora de los valores democráticos.

Si el doctor “no es no” fuera un primer ministro de verdad y no el aventurero que se juega el resto para seguir mandando, no refrendaría al dictador venezolano. Como tampoco rompería con la política de Estado que ha guiado la diplomacia española durante décadas. Ahí queda para el recuerdo el regalo al gobierno marroquí del Sahara, o la quebradiza solidaridad con la política de defensa occidental respecto del medio oriente y China.

Desde que en su propio partido le descubrieron trampeando su acceso a la secretaría general con una urna semioculta, Sánchez tiene una extraña malquerencia con las papeletas de voto y su registro. Aquí, pese a lo que proclama mintiendo, la verdad es que las unas le son esquivas; no gana elecciones. Maduro, tampoco.

Y el hecho de que en una dictadura del porte de la chavista el dictador pierda su elección presidencial, con Zapatero a su vera, es como para cortarle la línea y dar paso a los triunfadores, antichavistas, o sea a la mayoría de los súbditos que arrostraron las consecuencias de su decisión.

Si el constructor de muros se enfrentara a algo tan normal como tratar con la oposición las cosas importantes, a dialogar, tal vez habría reconocido ganador a aquellas elecciones a quienes las ganaron; su cabeza visible, traída aquí por quitarle a Maduro el problema de su estancia en su propio país, habría sido acogido desde el primer día y no al cabo de meses, como acaba de sufrir Edmundo González.

Y se habría pensado el enviar allá como embajador a un diplomático sin experiencia para la función que habrá de ejercer en un cambio presidencial que debe abrir la transición hacia la democracia. Enviar en nombre del Rey al jefe de gabinete del ministro y portavoz de Sumar Urtasun, a un tal Albacete, parece una broma.

La reacción jubilosa con que el sátrapa caribeño ha recibido al representante del Reino de España, a poco más de tres semanas de su eventual renovación, habla por sí misma.

¿Quién debe qué a quién? Es la pregunta que necesita una respuesta directa y clara sobre la relación entre la República Bolivariana de Venezuela y el Reino de España. Porque hay demasiados indicios para suponer que la relación no es la que corresponde a dos Estados independientes. Y datos, como para temer que la corrupción que en diversas áreas públicas nuestros tribunales están investigando llegue hasta ultramar.

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Posted jueves, diciembre 26th, 2024 under Política.

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