El Baluarte

Sede del Tribunal Supremo,español. Madrid.

La oposición no puede permitir la rendidión del Tribunal Supremo al sanchismo. La razón es bien sencilla: de los tres poderes del Estado, el Judicial es el único independiente de un Ejecutivo que, sin mayoría propia en la cámara, tiene comprado el Legislativo.

La confrontación que estas semanas se está produciendo en el seno del Consejo General del Poder Judicial podría durar hasta que las ranas críen pelo. La presidencia de dicho órgano, que conlleva la del más alto tribunal, es un baluarte de la democracia, el último resto de la división de poderes.

Su situación no está exenta de problemas. Como las termitas, el sanchismo horada parte de sus componentes, y se apresta a continuar haciéndolo. Es el caso de la ocupación de la presidencia de la Sala de lo Penal para la que ya apunta una de las vocales del CGPJ tras la inevitable salida de su actual titular por expirar su segundo mandato.

En el control de esta sala, y no digamos de la presidencia del propio TS, el presidente del Gobierno se juega tanto, personal y políticamente, que echará un órdago sobre la mesa. Hace un par de días uno de los suyos se excusó de no poder garantizar nada al prófugo catalán “porque no controlamos el Supremo”. Acostumbrado a dictar su voluntad con membrete de papel oficial, hará y deshará todo lo preciso para hacerse con el último bastión de la democracia constitucional.

Controlar la fiscalía general del Estado con un tramposo que se burla del TS no es suficiente. El poder judicial lo tienen los jueces y magistrados quienes, puestos a ponerse, siguen su camino sin atender quejas ni quebrantos de una fiscalía travestida.

Y tampoco le basta el atropello institucionalizado que el TC viene ejecutando de la mano de su titular. ¿Para qué dar nombres si todos sabemos la catadura de quienes complacen las disciplinas del mando? Tal vez llegará el día que alguien instruya desde donde sea, Bruselas, Estrasburgo o el Vaticano, que el Constitucional es un órgano político, ajeno al poder judicial y que nadie le ha dado bula para ejercer de tribunal de casación sobre el propio TS.

En el acoso al baluarte podría completar sus instintivos conocimientos el expresidente y colega perdido, Maduro sabe dónde. Porque allí, en la institucionalidad bolivariana, está la razón de cómo seguir en el poder tras perder clamorosamente unas elecciones trucadas de entrada por el propio perdedor. Aquí lo estamos probando.

Con este género de personajes, tan diversos aunque de comunes apetitos, resulta complicado desentrañar sus móviles. ¿Se reducen a nutrir su ego, encumbrados sobre los demás, albergan algo más allá de su propia persona, tal que una revolución o la paz universal, o más bien trata el de aquí de descerrajar un sistema que garantiza libertad, paz y progreso a una nación de cuarenta y muchos millones de personas?

Por eso es de vital importancia la defensa del baluarte. La historia está llena de ejemplos esparcidos por todo el mundo.

Compartir entrada:
Posted martes, agosto 6th, 2024 under Política.

Leave a Reply