El Rey confesó ante el equipo nacional: “nos venía bien una alegría”. Más razón que un santo. Es lo que tiene andar sin rodeos, como cuando saltó como un resorte en el palco del estadio berlinés para cantar el último gol en la competición europea.
Con la verdad por delante suele andarse bien los caminos. Sin ella, gentes como el mendaz acaban enredado entre zarzas y vericuetos hasta dar de bruces con el suelo. Le está ocurriendo al marido de Begoña Gómez, que no pasa día sin que algo o alguien le desmonte el sueño del “no hay nada de nada”, frase talismán con la que el bolaños de turno le aseguró que terminarían sus males.
Cierto es que muchos, la mayoría, temen como un nublado los aires que se respiran. Los atmosféricos cambian como el vuelo del vencejo, qué se le va a hacer salvo llorar por los destrozos del pedrisco. Pero los políticos van rectos como velas contra la dignidad nacional representada en las instituciones.
El blanco son los contrapesos del poder gubernativo, convertido en autocrático. La compra sin freno de las minorías parlamentarias alicata un legislativo al servicio de los intereses del ejecutivo, que son, precisamente los de quienes le mantienen en el banco azul.
Grave paradoja la de que el titular de la soberanía nacional, el pueblo español, no tenga expresión libre en el legislativo, que es donde está representado. He ahí la gran aportación del sanchismo a la democracia universal entre el pasmo de unos y la apática indiferencia de otros; entre los que debieran sentirse responsables del sistema constitucional y los que terminan votando alvises y buxaders.
Y así es como personajes como el que manda en el TC, porque más que presidir Conde-Pumpido manda la tropa que excarcela, limpia y da esplendor a funcionarios corrompidos y a los políticos que les facilitaron las fechorías. Asalta las murallas del “órgano jurisdiccional superior en todos los órdenes”, el Tribunal Supremo, y más allá de su competencia sobre las garantías constitucionales se auto conforma como corte de casación por encima del TS.
Claro que nos han venido bien alegrías como las proporcionadas el último domingo por Alcaraz o la Selección de Morata y Luis de La Fuente. En todo caso los éxitos españoles en el deporte no dejan indiferentes; la inmensa mayoría Canta «Soy Español» y siente siente que hay mucho partido más allá de trapacerías como las del fiscal García Ortiz y de las ganas de Sánchez de tapar la boca a la prensa. Eso sí, para otros son pretexto para seguir rompiendo las costuras de nuestra sociedad, caso de delincuentes, un tal Otegui y otros sin gracia alguna.