López, portavoz sanchista en la Cámara de Diputados, dice que el PP quiere que los jueces le faciliten “lo que los ciudadanos no le dieron en las urnas”. Y se quedó tan satisfecho como después de meterse un chuletón entre pecho y espalda se siente. Un par de machadas más, y ministro debió de pensar.
El pobre Patxi, ex lendakari hace años gracias a los votos del PP, gratis total, confunde sueños con la realidad, o miente como un bellaco; porque hacer pasar ante el personal que Sánchez haya ganado alguna vez en las urnas a Feijóo no lo supera el mejor trilero del antiguo Rastro. Una a una, el marido de Begoña ha perdido cuantas elecciones se han sucedido desde que está donde le tienen puesto los salteadores del sistema constitucional.
Desde los torreones de la muralla levantada con los cascotes de las ruinas que va dejando tras su paso, el sanchismo se defiende arrojando denuestos, amenazas y hiel, mucha hiel, contra quienes pasan por delante. Unos simplemente por querer saber, otros para pedir cuentas y unos terceros, justicia.
Simplemente justicia, lo que no pasa de ir más allá de comprobar que todos somos iguales. Perdón, que deberíamos ser tratados como si lo fuésemos. Tremenda pretensión, Patxi, que tú vergüenza torera convierte en “una persecución política intolerable”. Y dándole una vuelta a lo que está resultando un clamor popular, se atreve a decir que “claro que hay algo poco ético y poco estético, inmoral e indecente” en el acoso a la muralla.
Si recuperaras tu natural vasco, previo a la contaminación sufrida por las horcas sanchistas, nunca te atreverías a proclamar que “todos los socialistas estamos hoy más que nunca detrás de Pedro Sánchez, porque Pedro Sánchez significa y representa hoy la dignidad de la democracia.”
Toma ya, Sánchez personificando la dignidad de la democracia. Et voilà, lo nunca visto.
Claro que, como corresponde, el triministro Bolaños ha ido más allá que su peón en el Congreso, y después de comentar la situación con el fiscal general y el presidente del TC, no encuentra mejor salida que maldecir a “la jauría ultraderechista”.
Y aún se escandalizan de los modos y maneras de Trump.