No tiene precio lo que Ábalos ha conocido durante sus años de vino y rosas al mando de la organización socialista. De momento se ha hecho fuerte pero no tiene salida. Salvo que trate de saltarse el muro a horcajadas de Cerdán, Armengol, Illa, y tantos otros compinches. O saque un buen retiro de su jefe supremo, guiados ambos por sus respectivos instintos de conservación.
Así son las cosas cuando la ambición y el dinero enturbian el ambiente de una sociedad que ha fundido los filtros éticos y estéticos que salvaguardan los principios ciudadanos en toda democracia. Esta es la gran corrupción, el último escándalo no es más que una derivada lamentable.
Cuentan algunas informaciones que Ábalos y Cerdán tuvieron ayer un encuentro, quizá no tanto en la cumbre como en las cloacas. No consta de qué pudieron haber hablado los dos últimos comisarios orgánicos del partido. ¿Un amistoso intercambio de secretos, quién sabe más de qué, o blandieron sus cimitarras al borde del vacío que está llamando a uno y otro?
Se viene recordando en estas circunstancias lo de la Culpa in vigilando, pero poco se cita la Culpa in eligendo que en este caso viene que ni pintiparada.
Cualquier pillabán puede sortear con argucias mil el control de su jefe, caso de un ministro que con la agenda cargada de lo que fuere aducirá que no tiene tiempo para vigilar. Pero en la responsabilidad a la hora de elegir no caben excusas.
Cerdán escogió a Koldo, por lo que fuera, sus anchas espaldas o una acrisolada devoción por Sánchez; Ábalos distinguió al recomendado por Cerdán para llevarle las cuentas, colocarle en consejos de administración y resolver fast-track la compra-venta de mascarillas chinas.
Y el caso es que tanto Cerdán como Ábalos saben cuánto de todo ello conoce Sánchez, quien ciertamente no tenía por qué vigilar a Koldo, pero sí es responsable de haber elegido a los dos comisarios que puso al frente de su partido… ¿para qué?
Esa es otra gran cuestión, porque del partido socialdemócrata que dejó Rubalcaba apenas quedan rastros. Tal vez nunca pretendió el doctor otra cosa que disponer de una plataforma de poder personal. Y para mantener activo el sanchismo tanto vale un dócil exmilitante comunista como un navarro dispuesto a todo.
A todo, incluso a negociar los requisitos de la democracia parlamentaria, las leyes que la sustentan y hasta el honor de las instituciones nacionales. Para eso ha sido elegido el señor Cerdán por el presidente del Gobierno del Reino de España.
¿Caso Koldo? Vamos, anda…