Tenemos un Gobierno que está que se sale. Tan pronto ofrecen a la exministra Montero la embajada española en Chile, como anuncia su propósito de “superar el marco colonial” en nuestros museos estatales.
El flamante ministro de Cultura habla como si lo fuera del Reino Unido, Bélgica, Francia o cualquiera otra nación con pasado colonial. Porque tratar antiguas provincias de los virreinatos españoles en América como colonias es aberrante. Y más aun siendo diplomático.
Es lo que suele pasar cuando el radicalismo se instala en el puente de mando de una tripulación sin norte conocido, dadas las circunstancias que marcan al capitán. Qué caro nos está resultando la incapacidad de Sánchez para mantener un rumbo cierto con el gobernalle entre las manos.
Podemitas y oros comunistas a la violeta la gozan jugando a desatornillar las crujías del sistema como si no hubiera un mañana al que llegar. Urtasun, el de la Cultura a punto de alumbrar una ley para erradicar la censura, comenzó dejando bien claro que eso no va con la tauromaquia. Los toros, una aberración a prohibir como espectáculo sádico y despreciable. Y, eso sí, lo que a cualquier cretino le pase por sus bajos siempre será digno de protección, promoción y cuanto haga falta para enmerdar el panorama.
Acaso no habrá más objetivos culturales en que volcar la imaginación e intereses de nuestra sociedad como para comenzar anunciando el vaciado de museos o el borrado de la tauromaquia dentro de nuestras fronteras. Cruzar los Pirineos para ver toros en Nimes o Dax, como por los años 60 se iba a Perpiñán para ver “El último tango en París”, tendría maldita gracia.
Y la podemita de la ley del sí es sí allá va como mascarón de proa del podemismo con el que su pareja está empeñado en propinar cuantos pellizcos pueda al jefe de la demediada coalición que ambos sellaron en aquellos días de vino y rosas.
Dice Montero que su proyecto para Europa se basa en cuatro ejes estratégicos: «el feminismo, el ecologismo, el antifascismo y la paz«, compendio todos ellos de los más altos intereses y mayores preocupaciones de las sociedades europeas, españolas y castellano manchegas, ¿o no?
Eso sí, todo ello con mucho ruido porque a la pareja Iglesias-Montero «no nos gusta el silencio, las injusticias son hijas del silencio. Las injusticias pueden pervivir gracias al silencio de la mayoría«.
Del neomarxismo al postmarxismo a través de un populismo radical. Siempre bajo el rayo inspirador del argentino Ernesto Laclau.