“Prietas las filas, recias, marciales…” cantaban hace 82 años los jóvenes falangistas que portaban sobre sus espaldas al caudillo victorioso en una guerra civil aún caliente. Por insólito que parezca, los sucesores de Largo, Prieto y Besteiro, el partido descalabrado entonces, hoy avanzan “firme el ademán” hacia ni ellos saben adónde, al compás de aquella marcha fascistoide.
El destino final, las “montañas nevadas con banderas al viento…” que aquellas mismas centurias querían conquistar, lo guarda hoy el líder único bajo el inexpugnable candado de sus setenta veces siete embustes. Quién va a descifrar la clave cuando ni él mismo es capaz de saber si miente cuándo está mintiendo.
Pero por si las brujas volasen, pone en marcha la operación limpieza, siguiendo los pasos con que Stalin purgó su relato de disidentes o simplemente sospechosos, hace poco menos de un siglo.
Y así van cayendo dirigentes socialistas de hechuras y renombre como hojas muertas en el otoño de la socialdemocracia. En alguna ocasión la víctima actúa por su cuenta, como Séneca y Petronio en el imperio romano de Nerón, y comienzan a escribir fuera del cuaderno oficial cuya dirección, por cierto, ejerce la censura sobre otros, fundadores incluidos.
Hay quienes retan al doctor honoris causa. Pesan demasiado en los libros ya escritos, y por escribir. Son las sombras de un pasado fiel a lo más noble que, desde la izquierda, un partido de gobierno haya podido hacer en las cuatro décadas largas de nuestra democracia. Son intocables, los únicos ante los que Sánchez recuerda aquella fábula del rey desnudo y rumia su debilidad mientras se cubre las vergüenzas.
La pregunta que hoy tantos se han hecho es dónde encajar la figura, el papel, el futuro, de Emiliano García-Page. El presidente de la comunidad autónoma Castilla La Mancha lleva tiempo ejerciendo de mosca cojonera. Tiene a gala hablar desde el sentido común, consciente de que la gente ha tomado la medida al inquilino de La Moncloa. Y en un sí pero no; yo por ahí no iría, etc. va sembrando cizaña en el predio socialista; o quizá trigo nuevo, ¿quién lo sabe?
Si puertas a dentro, en el último Comité federal del PSOE criticó la ley de amnistía, en la Feria Internacional de Turismo que ayer abría sus puertas habló para todo el mundo sobre su partido: “está en el extrarradio de la Constitución, a punto de pisar la frontera.” Se refería a la tramitación de la amnistía y el hallazgo sanchista de la división entre un terrorismo bueno y otro malo en el curso de la tramitación de la amnistía.
La invectiva fue rápidamente contestada por ese fino estilista que funge como ministro de transportes: “Quien está en el extrarradio del PSOE es el señor Page. Desde hace bastante tiempo. Nosotros estamos en el centro de la Constitución.”
A lo que el díscolo manchego replicó con sorna: “El que gana a la derecha y a la extrema derecha en este país no está en ningún extrarradio. Yo gano. A ver si voy a tener que pedir disculpas por ganar las elecciones… Me importaría que todos los demás hicieran lo mismo: ganar al PP”.
Como dicen que Lincoln dijo: puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tiempo.
Prietas las filas… ¿Cómo terminará esta función?