Ya lo saben, el doctor Sánchez levanta un gobierno de alto perfil político, y por si no se han enterado lo repite dos veces: alto perfil político. Quizá la clave esté en el nombramiento del exalcalde Puente que tan brillante papel, a la par que inteligente, desempeñó al cubrir el desprecio con el que el doctor mostró su desdén en el proceso de investidura protagonizado por Feijóo.
Puente, don Oscar, conocido en Valladolid por la finura de sus formas y fondos dialécticos, elevó aquella sesión hasta un perfil político pocas veces superado por el sanchismo. Y lo hizo con la naturalidad de leer un papel escrito en las oficinas del doctor, soflama de tan alto perfil que hasta el propio Sánchez no se atrevió a interpretar. Patxi López parece que tampoco.
Pero ahora sí, parapetado tras cuatro vicepresidentas y escoltado por veintidós ministros – ¿será por dinero? – el flamante presidente se dispone a afrontar una legislatura de alto perfil político. Tan alto como el muro con el que está partiendo en dos la sociedad española. Lo ha conseguido en la super estructura política, cuya centralidad ha hecho volar por los aires. Lo peor es que el fenómeno está permeando hasta el seno de las familias.
Estrafalaria obsesión la de erigir muros en estos tiempos. Los comunistas construyeron el de Berlín para impedir que la gente escapara del paraíso del Este. Años atrás, los soviéticos habían descorrido el famoso telón de acero para ocultar el sol de la libertad que brillaba al otro lado; el de las personas libres, el progreso y la paz. Y el mundo vivió décadas de una estéril guerra enfriada por las amenazas nucleares.
Un gobierno de alto perfil político para una legislatura de alto perfil político. Y cómo no va a serlo teniendo politizadas hasta la médula las instituciones creadas para la defensa de los ciudadanos que viven libres bajo el amparo de la ley. La judicatura amenazada por comisiones parlamentarias, el alto tribunal de garantías okupado, como el cuerpo técnico del parlamento asaltado hace unos días para impedir cualquier veleidad de carácter técnico sobre la amnistía. Por cierto, tramitada por Moncloa como proposición de ley para impedir los informes técnicos previos a los proyectos gubernamentales.
Todo es una mentira, como ha ratificado el super ministro Bolaños. Desde marzo llevan dándole vueltas al atropello de las bases de la soberanía nacional y burlando a los electores convocados dos veces ante las urnas sin información tan relevante.
Hablar de alto perfil político ante el vuelo gallináceo de un gobierno como el vendido hoy por el doctor Sánchez es un mero oxímoron.