El pato cojo que anadea cansino por los jardines de Moncloa concluye su mandato con el cartel electoral que mejor pudiera definir al personaje. Con la determinación del suicida, Sánchez decidió autorretratarse rodeado de media docena de ciudadanos; un simple selfi le basta y sobra para mostrarse ante el electorado. Fuera adornos, maquillajes y la mejor sonrisa que el candidato pueda forzar en un estudio. La esencia; lo esencial de su personalidad: “Yo, mí, me, conmigo”.
Así concluye la aventura iniciada tras la cortina que ocultaba la urna en que pretendió hacerse con las llaves del partido del que terminará siendo desalojado. Reconstruirlo requerirá derroche de buena voluntad por parte de nuevos responsables que salven las raíces renovadas hace cuarenta y cinco años por González, Guerra y tantos otros que hicieron posible la concordia nacional.
Mal, muy mal deja el gobierno de la nación la tropa de que se ha servido –“¿Verdad, Yolanda? Sí Pedro”-. Demasiados factores hacen pensar que la tarea a cumplir por el Gobierno que salga de las urnas no será muy diferente del que enfrentó la salida del franquismo en 1977.
Ojalá no tropiece en la calle con más obstáculos que entonces. Comprobaremos de cuánto ha servido el mandato sanchista con tantas cosas chulísimas para poder vivir otra transición en paz, sin la sombra de nuevos trumpistas.
Las naciones tienen más vidas que los gatos. Qué cierto aquel comentario sobre la nuestra de Bismarck, el canciller de hierro: “España es el país más fuerte del mundo, lleva siglos intentando destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. Pero conviene no abusar. Lo pertinente en estas circunstancias es reprogramar muchas cosas. Comenzando, quizá, por superar la mentalidad del enfrentamiento entre bloques; no se corresponde con la realidad de nuestra sociedad; es pura construcción ideologizante.
Y terminando por implantar, y cumplir, un código ético para que los ciudadanos no se avergüencen de sus representantes políticos y responsables sociales. Y los españoles recuperemos el prestigio que en tantas ocasiones nos acompañó allá donde fuéramos.
Por cierto, esto último no va de humo de pajas: ¿cuántos expedientes nos ha abierto el gobierno de la Unión y cuántos desmentidos, como el de esta misma semana sobre los peajes en las autovías?