Resulta insaciable la capacidad sanchista de mentir, tanto como es insólita la incapacidad de la Junta Electoral o los tribunales ordinarios para zanjar el abuso continuado en vísperas electorales.
La prometida lluvia de viviendas, el derecho a la okupación como eficaz recurso para paliar necesidades entre tanto y demás anuncios superan el timo de la estampita que el genial Toni Leblanc exhibía en “Los tramposos”, de Pedro Lazaga.
Pero hoy han superado los límites con el compromiso de reducir el déficit público el próximo año hasta el 3% sobre el PIB nacional. Como si el sanchismo fuera capaz de seguir ocupando en 2024 el gobierno del Reino de España.
Para hacerse una idea, el último año este país ocupó el puesto 119 en el ranking mundial correspondiente, con un agujero de 4,81%: más de sesenta y tres mil setecientos mil millones.
Hace falta demasiada desfachatez para dejar tales clausulas testamentarias en las últimas horas de un gabinete condenado por sus propios hechos a la disolución. Parece como si en este final de fiesta todo estuviera planeado para provocar la inestabilidad social y política con que arruinar la política de la alternativa.
Viviendas sin suelo ni potestad del gobierno central para levantarlas, anuncios de subsidios tan anunciados como hoy ilusorios dada la probada incapacidad administrativa, leyes como la de la vivienda sin capacidad para ser practicadas, el conflicto del idioma y otras fruslerías que emponzoñan la convivencia nacional, y toda la ingeniería social con que, como aprendices de brujo, han puesto en marcha.
Lo del Sahara sigue siendo un misterio que, de momento, nos ha enemistado con el vecino gasista argelino. Grandes hitos legislativos como los de Belarra y Montero, sí es sí, o las leyes de Universidades y aquella de Celaá que, cómo no, acaba de ser bendecida por el tribunal de Conde-Pumpido.
Y esta es otra. La ocupación de los órganos públicos practicada por el sanchismo hará muy difícil el reseteo para procurar una mejor administración, profesionalizada; desde la Justicia hasta la inteligencia militar, el INE o el CIS de un Tal Tezanos, la SEPI, RTVE y empresas como Indra, Enagás y Correos.
Difícil se avecina el futuro de los españoles, pero Sánchez seguirá disparando con pólvora del rey sin que nada ni nadie ponga freno al desmán.